Hace ya 31 años que el cantante Freddie Mercury murió, sin embargo sigue presente en su música.

A Mercury también se le recuerda por ser un hombre excentrico sin embargo era un excelente ser humano y antes de su muerte planificó hasta el último detalle.

Se sabe que le donó su mansión y la mitad de sus bienes a su amiga Mary Austin y que a su última pareja Jim Hutton, le dejó un importante legado.

Pero Mercury dejó una cláusula singular en su testamento, en la que menciona que desde la prestigiosa casa gourmet Fortnum & Mason se envíe anualmente y a perpetuidad, una canasta navideña a sus amigos mas cercanos y ahijados.

 Para entender, desde el punto de vista gastronómico, la importancia del gesto de Mercury, es preciso aclarar que Fortnum & Mason es una tienda departamental londinense de té y delicatessen, fundada en 1707 por William Fortnum y Hugh Mason.

Fortnum & Mason se hizo famosa por sus delicadas y lujosas preparaciones para picnics.

Esta fama comenzó entre la clase alta de la época victoriana, ya que la casa proveía el catering para eventos como la legendaria regata Henley y las carreras ecuestres de Ascot.

Este pequeño gran obsequio describe la generosa personalidad de Freddie, que en una ocasión afirmó que: “Un pequeño regalo, un detalle, un gesto… Creo que a veces eso tiene más valor que si alguien te comprara el Big Ben”.

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