El oficio de artesano en Guanajuato está extinción… aunque aquellos que lo mantienen gozan al máximo de un trabajo que lleva mucha dedicación y paciencia.Un amplio reportaje de la agencia Notimex muestra que en nuestro estado hasta hace apenas diez años este oficio ocupaba mucha mano de obra, situación que ha cambiado drásticamente en los últimos años.Hasta hace unos años, dice el reportaje, la alfarería y la cerámica en Guanajuato era un oficio que proliferaba entre las familias, que orgullosas mostraban sus creaciones, pero hoy en día los artesanos luchan por mantener vivo este arte, que por décadas los ha hecho figurar.A unos cuantos minutos de Guanajuato capital, dice el reportaje de la enviada de Notimex Verónica Perez Raigosa, se encuentra el poblado de San Luisito, donde este oficio aún lucha por prevalecer entre sus habitantes, quienes recuerdan con nostalgia que hasta hace más de una década era común ver talleres y familias enteras dedicadas a este arte.Hoy en día son pocos los que se dedican a este oficio, que también ha tratado de ser impulsado a través de programas; sin embargo, cada vez más talleres cierran sus puertas debido a que no son empleos remunerables que les permitan mantener a sus familias, por lo que optan por ser empleados en las fábricas cercanas.“Los jóvenes ya no quieren aprender este oficio, prefieren dedicarse a otra cosa, donde tengan horarios fijos y puedan ganar un poco más”, comentó a Notimex don Pedro Peña Rojas, quien desde hace 30 años se dedica a esta labor, que le fue inculcada por su padre y abuelo.Aunque en ocasiones pasa más de 12 horas moldeando el barro para dar forma a las pequeñas cazuelas que son exportadas a otros puntos del país, Pedro disfruta de lo que hace y con ese mismo entusiasmo fue el guía que compartió con Notimex la técnica para dar forma al barro.Todo empieza cuando el barro es extraído de una sierra cerca al poblado y depositada en piletas con agua que lo convierte en una gran masa lista para ser llevada al torno, donde se pone una cantidad generosa de barro con la que en cuestión de segundos saca pequeñas cazuelas que deposita en tablones de madera, que posteriormente serán llevados al horno de tabique que otra persona se encarga de calentar a 750 grados centígrados.Pero las horas de trabajo no son motivo para estar de mal humor, sino al contrario, ya que se acompañan de la radio y de la amena plática que pueden hacer entre los compañeros o los visitantes.A pesar de contar con pequeños talleres improvisados con tablas y hules, hay otros artesanos, como Salvador Antonio Abundes Ibarra que tuvieron la oportunidad de migrar a otro oficio como lo es la albañilería, pero al cabo de los años decidieron regresar a su antiguo oficio.“Mi cuñada me invitó a trabajar y no lo pensé mucho, regresé a la alfarería que aprendí por mi hermano que era enseñado por un padrino en su taller y ellos me enseñaron a sobar el barro y hacer piezas”, recordó Salvador, quien tiene 19 años en este oficio que no sabe hasta cuándo seguirá, pues cada vez hay menos interés.“Aún recuerdo que esta zona estaba llena de talleres familiares que poco a poco han cerrado y nosotros nos dedicamos a hacer estas ollitas que antes eran ocupadas para embazar tamarindo, hoy las ocupan para los cohetes, así que estas se distribuyen en Monterrey, Estado de México y otros lugares”, comentó.Totalmente manchado del rostro y la ropa por el barro que salpica del torno, Salvador lo único que lamenta es que su oficio vaya en declive, debido a que las personas prefieren comprar piezas en materiales plásticos o de manufactura china.Con escasos siete años de edad, Salvador inició en este oficio que sus hijos ya no siguen, pero que él defiende, porque lo disfruta. También hay quienes como José Flores Moreno, dejaron trunca su carrera profesional para atender el negocio familiar.“A la muerte de mi padre tuve que hacerme cargo del negocio en el que trabajo con mis hermanos y cuatro torneros”, señaló José, quien hace pequeñas piezas de barro ornamentales que comúnmente se pueden apreciar en los recuerdos de bodas tradicionales o en cuadros de relieve.Con una década en el mundo de alfarería, José se dedica a crear estas réplicas de miniatura de pocillos, platos, sartenes, “tardo de 10 a 12 horas diarias para hacer este trabajo que es muy laboriosos, el cual exportamos a Estados Unidos”.Gracias a las manos de estos maestros alfareros, la artesanía sigue luchando por subsistir y no verse opacada por los productos provenientes del extranjero. (Video: Tomado de la agencia Notimex)Compartir