Francia y Croacia, dos selecciones con grandes jugadores, disputan este domingo en el estadio Luzhinki de Moscú una final inédita y, a decir, de la mayoría de los analistas, sin un claro favorito

La cita es a las 10 de la mañana de este domingo con lo que se pondrá fin a un Mundial que dejó muchas sorpresas y también decepciones.

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El árbitro argentino Néstor Pitana, de 43 años, será el encargado de dirigir el partido.

Ya había arbitrado el partido inaugural del Mundial en el que Rusia goleó 5-0 a Arabia Saudí, así como la goleada 3-0 de Suecia a México.

Un gol de Mario Mandzukic en la prórroga dio a los croatas el triunfo ante Inglaterra por 2-1, la noche del miércoles en Moscú, y clasificó a la selección balcánica a la primera final de su corta historia.

Croacia, uno de los países que nacieron tras la desintegración de Yugoslavia después de la desaparición del Bloque del Este a comienzos de los años 1990 y cuya población apenas supera los cuatro millones de habitantes, ya pisó por primera vez el podio mundialista en 1998.

Entonces acabó en el tercer puesto, con una primera gran generación de jugadores formada por Davor Suker, Zvonimir Boban, Robert Jarni o Robert Prosinecki, después de haber perdido en semifinales ante Francia (2-1), curiosamente el equipo con el que se jugará el título el domingo.

Pese a ser tierra de deportistas (los croatas siempre han brillado sobre todo en los deportes de equipo como el básquetbol, balonmano o waterpolo), la clasificación de la ‘Vatreni’ (que se puede traducir como ‘fuego’) es una de las grandes sorpresas que dejará Rusia-2018.

No porque el seleccionador, Zlatko Dalic, no cuente con un plantel imponente con Luka Modric, Ivan Rakitic, Mario Mandzukic, Ivan Perisic, Marcelo Brozovic o Danijel Subasic, sino porque a las finales siempre se espera que lleguen los clásicos como Brasil, Alemania, Argentina o España, todos ellos eliminados prematuramente.

TIENEN 630 MINUTOS DE JUEGO

Pero estos equipos ‘dimitieron’ hace ya días y eso ha dejado abierta la puerta a que una selección como la croata y que todo un país, que no durmió celebrando el triunfo, pueda soñar ahora con el título mundial.

El mérito de Croacia, además, es grande. Fue uno de los equipos que mejor fUtbol ofreció en la primera fase (con una histórica victoria por 3-0 ante la Argentina de Messi) y a partir de octavos ha necesitado más que nadie para avanzar.

Lo hizo por penales ante Dinamarca en octavos y frente a Rusia en cuartos. El miércoles por la noche, en el mismo escenario de la final del domingo, el pase parecía también que iba a decidirse desde los 11 metros, hasta que apareció Mandzukic y con un zurdazo desde el interior del área rompió el corazón de Inglaterra.

El país que inventó el futbol había vuelto a creer en una selección que, de la mano de Gareth Soutghate, renunció al típico estilo ‘británico’ para jugar de una manera más moderna y que le llevó a semifinales por primera vez desde 1990.

FRANCIA Y SUS 3

Francia jugará su tercera final en 20 años y busca una segunda estrella.

El defensa francés Samuel Umtiti advirtió contra la euforia que rodea a los Bleus tras su clasificación para la final del Mundial. “Tenemos que volver a bajar a la Tierra porque tenemos una final muy importante”, alertó el defensa del Barcelona.

El choque en el Luzhniki medirá dos estilos de juego: la seguridad defensiva y la ‘rocosidad’ de los Bleus contra el fUtbol más elaborado e imaginativo de los croatas.

Y como siempre pasa en estos partidos, en el césped estarán algunas de las grandes estrellas del momento, desde Luka Modric a Kylian Mbappé, pasando por Ivan Rakitic o Antoine Griezmann.

La leyenda del futbol argentino Diego Maradona consideró que Francia “es seria candidata a ganar la Copa del Mundo” y elogió especialmente a Kylian Mbappé. “El pibe de 19 años, que podría estar jugando en la Sub-20 y que la está rompiendo en el Mundial”.

La gloria será sólo para uno de los dos equipos, aunque quizá la Copa del Mundo no sea el único premio que se decida el domingo. Con Lionel Messi de vacaciones y Cristiano Ronaldo preparando la mudanza a Turín, el próximo Balón de Oro podría estar jugando en el Luzhniki.

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