El calentamiento del planeta avanza y hay muy pocas acciones para detenerlo. La reciente foto del ambientalista Steffen Olsen que muestra a una serie de perros en Groenlandia tirando de un trineo con las patas bajo el agua sobre una superficie que antes fue una capa de hielo se volvió viral.

La gran isla del Norte se está derritiendo, mientras que Alaska tuvo la primavera más caliente de su historia este año.

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La National Geographic, además, ha alertado que ciudades como Barcelona, Lisboa, Londres y Venecia, así como Dinamarca y los Países Bajos podrían desaparecer por el deshielo, al igual que Miami, Nueva York, Washington, San Diego y Los Ángeles, señala información de Reforma.

Y en México, mientras tanto, el calor no cede. Nuevo León, por ejemplo, registró este año hasta 44 grados centígrados, y el desierto de Sonora 48.

“Han habido muchos cambios de temperatura en el pasado de la Tierra, pero se han debido a eventos naturales, y en este caso no”, expresa Alfonso Martínez, doctor en Ciencias Agrarias y Ecología, al diario Reforma.

“Por primera vez el clima está cambiando por la acción de una especie en específico, en este caso los seres humanos.

Tener temperaturas por encima de los 40 grados no es algo nuevo, sin embargo, estos aumentos se están presentando de forma creciente y constante, en comparación con otros periodos. Y eso es debido al cambio climático. Los años van a tender a ser más calientes en el futuro”, señala el especialista regiomontano, citado por Reforma.

Como parte de un proceso natural, indica Martínez, el calor del sol que llega a la Tierra se irradia desde el suelo hacia la atmósfera, donde es atrapado por los gases de efecto invernadero, necesarios para mantener una temperatura estable.

Cuando esos gases se incrementan, principalmente por la quema de combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón, el calor permanece más tiempo en el ambiente y la temperatura aumenta.

“Entre más densa sea la capa de gases de efecto invernadero que provienen de la quema de combustibles fósiles, más es el calor que se queda dentro de la atmósfera terrestre”, agrega.

“Y ese calor hace que obviamente el clima cambie, sobre todo la frecuencia de días con temperaturas altas está aumentando en muchas regiones del mundo”.

Ana Yael Vanoye, voluntaria en Climate Reality Project, asociación fundada por el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore para la concientización del cambio climático, explica que mediante modelos climatológicos es posible predecir las futuras condiciones de la atmósfera.

“Efectivamente, la temperatura lleva un comportamiento ascendente en términos de tendencia”, dice, “y lo que se ha probado es que en los últimos 100 años se ha incrementado casi 1 grado centígrado la temperatura de lo que era al inicio”.

Hablar del aumento de un grado podría no sonar alarmante, pero lo es, pues significa incrementos muy por encima de un grado en algunos lugares y descensos extremos en otros, lo que supone alteraciones de patrones pluviales o de precipitación.

Y eso causa, también, que ciertas especies de flora y fauna ya no puedan subsistir en nuevas condiciones climáticas.

Si la temperatura promedio en la Tierra aumenta tan sólo 1 grado, significa que tuvo que existir un calor tan drástico que fue capaz de elevar la temperatura de toda la masa de aire que rodea al planeta.

Vanoye afirmó que el cambio climático es un problema global, pero que se puede atacar localmente.

“Hay muchas cosas que nosotros en nuestra vida diaria podemos realizar. Creo yo que todo se basa en tomar decisiones que, en la medida de lo posible, generen el menor impacto ambiental”, destaca la también maestra en Sistemas Ambientales.

Aunque existen componentes naturales asociados a las elevadas temperaturas, el daño significativo es atribuible a las actividades humanas, sobre todo las que involucran producción, generación y uso de energía.

Una manera de ayudar es reduciendo la huella de carbono, el indicador sobre cuánto impacto al ambiente está generando una persona, una comunidad o una organización, con relación a la emisión de gases de efecto invernadero.

“Algo que podemos hacer”, subraya, “es descarbonizar el sistema eléctrico, y esto significa tratar de utilizar fuentes de energía renovable, como la energía solar”, dice a Reforma.

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