Danny Boyle tuvo una época en la que era referencia de buen cine, películas con propuesta y con algunos títulos que se volvieron de culto como lo fue Trainspotting (1996) y T2 (2017) que me parecieron, más que una cinta y su secuela, una misma película. Tal vez La Playa (The Beach, 2000) tuvo sus detractores, pero gozó del toque Boyle y se dio a respetar. En 2002 lanzó una cinta que no solo demostró que el director inglés debía ser considerado como uno de los que aseguraban cine de calidad con Exterminio (28 Days Later), con la que le brindó un nuevo enfoque a los zombies y le aportó ese toque agresivo y ágil con el que los conocemos hoy en día.

Las aclamadas por la academia Quisiera Ser Millonario (Slumdog Millionaire, 2008) y 127 Horas (127 hours, 2010) lo colocaron en un puesto dentro de los queridos por el Óscar y le valió dos nominaciones (Mejor Actor y Mejor Actriz de Reparto para Michael Fassbender y Kate Winslet, respectivamente) con Steve Jobs (2015) a pesar de ser una cinta que se basó por completo en los diálogos y el mismo Fassbender aseguró que no merecía la nominación pues su actuación no había sido tan profunda como otras en las que había participado. Este fue el foco de alarma para el cine de Boyle.

Este año, Yesterday se estrenó en cines y apunta a que la llama de lo que fue en algún momento el originario de Manchester, Inglaterra, se está apagando. En lo personal no soy un amante del trabajo del cuarteto de Liverpool, pero puedo decir que la cinta se queda muy por debajo de lo que se podría realizar con la música de The Beatles en la pantalla grande.

Pero voy a desglosarlo poco a poco. Estéticamente no tiene nada, es muy plana en fotografía y la paleta de colores, es decir, visualmente, no logra aportar algo disfrutable. El montaje es pobre, la edición y transiciones parecen sacados del software para diapositivas por excelencia (Power Point). En cuanto a narrativa, lo que puede contar la cámara, también se queda muy por debajo de lo que nos tiene acostumbrados el realizador.

No quiero alterarme mientras escribo, pero es de destacar que lo más caro de la película fue hacerse con los derechos de las canciones de The Beatles, fue lo elevó el presupuesto y no logran hacerles un digno homenaje, ya que solo son alabadas con diálogos (principalmente por parte de Ed Sheeran) y con el guion, pero no alcanzan a tener una presencia digna en la pantalla, se siente como un tributo vacío por parte de una banda que va comenzando en el mundo de la música.

Los personajes se quedan en el intento de ser complejos, la cinta tiene a Richar Curtis como guionista cuyos más grandes logros son comedias románticas como Cuestión de Tiempo (About Time, Richard Curtis, 2013), Realmente Amor (Love Actually, Richard Curtis, 2003), El Diaro de Bridget Jones (Bridget Jones’s Diary, Sharon Maguire, 2001) y Un Lugar Llamado Notting Hill (Notting Hill, Roger Michell, 1999) y su toque se transporta a Yesterday. Sin embargo, son personajes que llegan a desesperar por su falta de determinación con una historia de amor adolescente. Además, el villano, resulta ser muy al estilo de Disney que cierra su participación con un enojo caricaturesco sin relevancia.

La historia cuenta con la aparición de un personaje sorpresa que, aunque era de esperarse fue muy grato verlo en pantalla, pero sus palabras se quedaron muy cortas en comparación a la filosofía que este personaje en la vida real plasmó en la letra de sus canciones y que dejaron una huella innegable e imborrable en la música y en la cultura en general.

Pero no todo es malo, hay un detalle que vale la pena destacar y es la involucración de la mercadotecnia y cómo es que ésta consume los productos artísticos actuales, influyendo en la imagen de lo que se vende, más que en las cualidades del arte como tal. Asimismo, al inicio de la cinta, se puede sentir la desesperación que se hace manifiesta cuando una persona busca hacer camino en un medio tan complicado como la música, en donde incluso ni sus familiares y amigos lo apoyan. Y hasta ahí, eso es todo lo bueno que encontré en la cinta.

Esperemos que este sea un pequeño bache creativo por el que está pasando Danny Boyle y que pronto regrese con un trabajo como el que nos tenía acostumbrados, por lo tanto, hay que dejar de ver el ayer y enfocarnos en el ahora.

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