Los horarios de las comidas y longevidad podrían estar más relacionados de lo que se pensaba, según un estudio longitudinal que siguió a casi 3 000 adultos mayores durante más de tres décadas. La investigación sugiere que el momento en que se come, especialmente el desayuno temprano frente a uno tardío, no solo refleja hábitos de rutina, sino también aspectos de salud física y mental que pueden influir en la supervivencia de las personas.

Desayuno temprano y horarios de las comidas vinculados a la longevidad

Qué reveló el estudio sobre horarios y salud

La investigación, realizada en el Reino Unido con adultos de entre 42 y 94 años, documentó cómo cambiaban los horarios de desayuno, comida y cena a lo largo del tiempo. Los datos muestran que a medida que las personas envejecen, tienden a desayunar y cenar más tarde, lo que reduce la ventana diaria de alimentación. Además, quienes tenían problemas de salud física o mental —como fatiga, depresión o dificultades para preparar alimentos— solían retrasar más la primera comida del día, lo que sugiere que el retraso en los horarios podría ser un marcador del estado general de salud.

Este patrón de horarios no significa que comer tarde cause directamente mala salud, pero el estudio encontró que, diez años después del inicio, las personas que comían temprano tenían una supervivencia mayor que quienes comían más tarde, lo que aporta una señal interesante sobre la relación entre rutinas alimentarias y longevidad.

Estos hallazgos refuerzan la relación entre los horarios de las comidas y longevidad, al mostrar cómo las rutinas alimentarias pueden reflejar el estado general de salud.

Horarios de las comidas y longevidad en adultos mayores

Horarios de las comidas y longevidad según la ciencia

Los investigadores interpretan que los cambios en los horarios de las comidas pueden estar vinculados tanto con factores biológicos como con la salud general de una persona. Por ejemplo, un desayuno tardío puede reflejar fatiga, problemas de salud bucal o alteraciones en los ritmos circadianos que acompañan al envejecimiento, lo que se traduce en una menor vitalidad o mayor riesgo de enfermedades.

Aunque no se puede afirmar que modificar los horarios de comida vaya a extender la vida por sí mismo, estos hallazgos fortalecen la idea de que mantener rutinas alimentarias consistentes y relativamente temprano en el día podría formar parte de un enfoque integral de salud a largo plazo.

(Fotografías y Textos: Muy Interesante)

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