La Asociación Estadounidense del Corazón publicaba hace unos meses un estudio en el que recogía datos de más de 30 mil parejas en todo el mundo, y cuyos resultados apuntaban a que entre el 20 y el 50 por ciento de estas parejas compartían hipertensión.

En estas parejas, todas heterosexuales y con promedio entre 50 y 75 años, la hipertensión afectaba tanto al hombre como a la mujer.

Así era en 37.9 por ciento de los casos en parejas procedentes de Estados Unidos, 47.1 por ciento de Inglaterra, 20.8 por ciento en China y 19.8 por ciento en India.

INFLUENCIA MUTUA

Los autores del estudio sostienen que las “intervenciones” en la pareja pueden resultar útiles contra la hipertensión, tanto en las pruebas para detectarla como en la aplicación.

Se trata de cambios de estilo de vida que ayudarían a reducirla, incrementando la actividad física, reduciendo el estrés o a través de la dieta.

Unos cambios que serían más difíciles de introducir y de mantener, según los investigadores, si las personas que conviven juntas no los adoptan a la vez.

Según el estudio, las estadounidenses y las inglesas que convivían con un hipertenso tenían 9 por ciento más de probabilidades de tener hipertensión.

Las parejas de India, 19 por ciento más y las de China, 26 por ciento. Los porcentajes en cada país eran similares en el caso de los maridos.

MUCHAS DOLENCIAS

Otra investigación, hecha por las Universidades de Tohoku, Japón, y Groniga, Países Bajos, y que contó con datos de más de 5 mil parejas japonesas y más de 28 mil neerlandesas, concluyó que era frecuente ver que las parejas tuviesen una presión sanguínea similar, los mismos niveles de colesterol, o que compartieran enfermedades como la diabetes.

En otra investigación publicada en la National Library of Medicine, compañeros de personas con determinadas enfermedades no contagiosas tenían un riesgo mayor de sufrirlas.

Para asma, depresión y úlcera gástrica, el riesgo crecía, al menos, 70 por ciento.

“Esto implica la existencia de causas ambientales compartidas en algunas enfermedades, además de cualquier exposición genética o a distancia, o comportamientos compartidos con respecto a la búsqueda de asistencia sanitaria”, detallaba el estudio en su nota.

COMPARTIENDO HÁBITOS Y GENES

Tal y como destaca el periódico español El País, este fenómeno sucede “porque las parejas comparten hábitos como la práctica de ejercicio o el consumo de alcohol o tabaco, y tienen un índice de masa corporal o un perímetro abdominal parecido”, dice.

“Pero, además, las personas se suelen emparejar con personas que son similares a ellos, fundamentalmente en aspectos como el nivel educativo o económico y el entorno social, pero también desde el punto de vista genético”, agrega.

De hecho, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2013 constató que las parejas tienen una mayor similitud genética que dos personas elegidas al azar.

“Parece que la familiaridad de los que se parecen a nosotros resulta atractiva, y eso puede explicar, en parte, que cuando dos personas conviven durante mucho tiempo acaben unidas en la salud y la enfermedad”, concluye la nota de El País.

(Fotos: Tomadas de DW Español)

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