Aunque es un debate antiguo, el consumo de alimentos caducados sigue dando mucho que hablar.

De hecho, hace pocos meses el tema saltó con fuerza entre la opinión pública de Estados Unidos, cuando salió a la luz un experimento llevado a cabo por Scott Nash, fundador de MOM, un pequeño mercado orgánico de Maryland.

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El experimento consistió en consumir productos caducados durante todo un año, desde carnes hasta yogures, pasando por verduras y salsas.

Su veredicto fue tajante: afirmó que las fechas de caducidad no sirven para determinar si un producto está en buen estado o no. Sin embargo, esta opinión no es compartida por muchos, entre ellos expertos en la materia.

OPINIÓN DE EXPERTOS

Ante las palabras de Nash, la dietista Jenn Fillenworth señaló que, aunque son muchas las ocasiones en las que alguien ha comido alimentos caducados sin mayores consecuencias, no hay que considerarlo como una práctica exenta de riesgos, ya que se puede exponer el organismo a bacterias dañinas que causan vómitos, diarrea y fiebre. Un riesgo que es mayor cuanto más tiempo pase.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos también se pronunció al respecto para afirmar que solo algunos alimentos, como los enlatados, los congelados o los de conservación estable, son seguros si se comen después de las fechas marcadas.

Otros, como los cereales, aunque no suponen un riesgo, pueden perder una parte de sus propiedades nutritivas y características organolépticas, tales como el sabor, el aroma o la textura.

La doctora Clare Morrison, del portal web MedExpres, se mostró más dura con el consumo de productos caducados.

Aunque reconoció que no siempre va a generar algún tipo de efecto negativo, supone arriesgarse a ingerir cantidades peligrosas de E. coli y bacteroides. El resultado: dolor abdominal, vómitos, diarrea e, incluso, fiebre.

DEBATE INTENSO

En otros países, como España, el debate también está presente, al menos desde que en 2013 el entonces ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, afirmase haber consumido yogures pasados unos días de fecha, sin repercusiones para su salud.

La cuestión es tener claro de qué hablamos cuando nos referimos a la caducidad.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) explica que hay que distinguir entre la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente. La diferencia estriba en que, si se consumen después de la fecha, “los primeros pueden poner en riesgo nuestra salud, mientras que los segundos no son peligrosos”, aunque es probable que pierdan sus características sensoriales.

Además, existe un tercer tipo de productos, los productos no perecederos, que no están obligados a ofrecer ninguna información al respecto. Entre ellos, encontramos bebidas alcohólicas con una graduación por encima del 10 % de volumen, frutas y hortalizas frescas o bollería de consumo en 24 horas.

LOS PELIGROSOS

Con productos que presentan fecha de caducidad hay que ser precavidos, tal y como recomiendan la Aecosan y la Comisión Europea, ya que se aplican sobre productos muy perecederos desde una perspectiva microbiológica. Entre ellos se encuentran el pescado y la carne picada frescos y los productos pasteurizados, como la leche o las cremas.

En estos casos, la indicación es clara y sin margen de interpretación: estos alimentos no se deben tomar pasada la fecha de caducidad.

Sin embargo, si se congela el alimento poco después de adquirirlo, es posible alargar su periodo de conservación hasta más allá de la fecha marcada, siguiendo las indicaciones precisas que, en su caso, figuren en el envase.

Para definir la fecha de caducidad, los fabricantes se basan en el proceso de degradación que sufre el alimento por razones biológicas y físicas; las biológicas responden a microorganismos y enzimas, mientras que las químicas lo hacen a la presencia de oxígeno, calor, radiación, agua e impurezas.

LOS QUE NO

Los alimentos con fecha de consumo preferente son aptos para el consumo durante más tiempo que los considerados muy perecederos. Sin embargo, superada la fecha, los fabricantes no se comprometen a que sigan manteniendo intactas todas sus propiedades y características.

En este grupo se incluyen alimentos con poca agua, deshidratados y esterilizados. El listado es extenso: Pan de molde, papas fritas y frutos secos, bollos y galletas, refrescos y alcohol, pastas, arroces y legumbres, mermelada y mantequilla, embutidos y quesos curados, salsas de sobre, envases de tomate, huevos.

IMPORTANCIA EL ENVASE

Ahora que ya conocemos la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente y en qué casos es posible consumirlos sin peligro para la salud, hay que tener en cuenta un último factor: el estado del envase.

Para ambos casos, las fechas se establecen siguiendo estrictos criterios sanitarios y de calidad, en un entorno de conservación adecuados. Se tienen en cuenta factores como la temperatura, la humedad o la luz solar, que suelen indicarse en el envase. Si estas condiciones cambian, la vida útil del producto puede reducirse de forma notable. Lo mismo ocurrirá en aquellos casos en los que el envase esté en mal estado y deje de cumplir su función de aislamiento del exterior. La práctica común es que el fabricante señale cuáles son los nuevos plazos una vez abierto el envase, con frases como: “Una vez abierto consumir en…”.

EL CASO DEL YOGUR

Desde el punto de vista de la caducidad, el yogur es un alimento bastante peculiar y que no se ha librado de polémicas.

Popularmente, se considera que consumir este producto después de la fecha indicada no supone ningún tipo de problema. De hecho, Katherine García, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), afirma que, dado la elevada acidez de su pH, es poco probable la aparición de agentes patógenos que causen enfermedades al consumirlo.

Esta misma interpretación fue la que mantuvo el Gobierno español para aprobar el Real Decreto 176/2013, con la que se promovió que los yogures pasaran a tener fecha de consumo preferente en vez de fecha de caducidad.

Este cambio normativo supuso el enfrentamiento entre el Ministerio de Agricultura y los fabricantes, que no querían ningún tipo de responsabilidad por posibles intoxicaciones con el consumo de un yogur tras la fecha marcada.

En cualquier caso, finalmente la norma dejó la puerta abierta a que la decisión la tomara el fabricante, siempre en función de los estudios de vida útil microbiológica realizados a los alimentos, por lo que muchos optaron por mantener la fecha de caducidad. Esta ley sigue vigente en la actualidad.

Ahora que tienes toda la información, tuya es la decisión de comer o no productos que hayan superado la fecha marcada. Recuerda que el sentido común y la responsabilidad son fundamentales para evitar consecuencias indeseables.

(Foto e información: Tomada de Noticieros Televisa)

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