Recuerdo cuando conocí a Mayra Enríquez, fue una mañana en la Universidad de La Salle Bajío (antes UBAC) cuando ella estaba sentada hasta el frente escuchando clase en el aula de la Escuela de Derecho, como siempre atenta y trabajando en sus responsabilidades.
En esa época, su familia ya era referencia en el PAN de Guanajuato. Nunca imaginé la relación tan cercana y fraterna que llegaría a tener con ella y Beto, su esposo.
Con el paso del tiempo, coincidimos en diferentes proyectos y fue ahí cuando conocí a la Mayra de verdad: la leal, luchadora, congruente y, sobre todo, solidaria; esa mujer que ayudaba porque lo sentía y no por obligación, conocí a la amiga que estaba en las buenas, en las malas y, sobre todo, en la peores.
Nos reímos mucho, nos burlábamos de nosotros mismos, incluso llegamos a llorar juntos.
Fue mi maestra y protectora en el ámbito político, pero sobre todo mi amiga.
Le gustaba estar del lado de los débiles y platicábamos que nuestro ADN era estar en contra de los poderosos, de los que oprimían y utilizaban a los débiles… esa era Mayra Enríquez Vanderkam.
Ganamos, perdimos, reímos e incluso lloramos, pero disfrutamos el viaje.
Hoy te adelantas a prepararnos el camino. Te mando un fuerte abrazo y un beso. Estoy seguro que tu familia se queda tranquila de saber que fuiste una guerrera valiente y disfrutaste esta vida como pocos, a ellos un fuerte abrazo y mi solidaridad.