El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno del movimiento relacionado con el sueño que afecta a entre 5 y 15 por ciento de los adultos.

Este síndrome, a menudo subestimado, se caracteriza por una necesidad urgente e incómoda de mover las piernas, especialmente durante los periodos de inactividad o por las noches, lo que puede afectar seriamente la calidad de vida de quienes lo padecen.

El SPI se manifiesta principalmente en momentos de reposo, como al final del día o durante el sueño.

Las personas que lo sufren sienten una fuerte necesidad de mover las piernas, acompañada de sensaciones descritas como “hormigueo”, “picor”, “dolor”, o incluso “calambres”.

ALIVIO TEMPORAL Y LAS CAUSAS

Esta necesidad se alivia temporalmente al mover las piernas, caminar o realizar alguna actividad física, pero regresa al poco tiempo, afectando así la capacidad de descanso y causando, en muchos casos, insomnio o despertares frecuentes.

Además, este síndrome puede estar asociado con movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño, los cuales, aunque no siempre generan despertares, pueden impactar negativamente la calidad del sueño, resultando en somnolencia diurna, irritabilidad y dificultad para concentrarse.

Las causas del SPI no se comprenden completamente, aunque se han identificado ciertas anomalías en el sistema nervioso central y periférico que parecen estar involucradas.

Algunos estudios sugieren que la reducción de las reservas de hierro en el cerebro y las disfunciones en los sistemas dopaminérgicos podrían estar relacionadas con la aparición de este trastorno.

También se considera que alteraciones en los ciclos de sueño y en la función talámica, así como el involucramiento de neurotransmisores como el glutamato, el ácido gamma-aminobutírico (GABA), la adenosina y los opioides endógenos, juegan un papel importante.

FACTORES DE RIESGO

Existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar SPI. Aunque hay un componente genético, no se han identificado mutaciones específicas.

Entre las condiciones asociadas se encuentran la deficiencia de hierro, insuficiencia renal, neuropatía, trastornos de la médula espinal, embarazo, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y temblor esencial.

También se ha observado que algunas condiciones, como la insuficiencia renal y el embarazo, pueden exacerbar los síntomas del SPI.

El síntoma principal del SPI es la necesidad incómoda de mover las piernas, que suele intensificarse por la noche.

Las sensaciones asociadas pueden describirse como “arrastrarse”, “eléctrico”, “tensión”, “malestar”, y son tan molestas que obligan al afectado a levantarse y caminar para aliviarse.

Otros síntomas incluyen insomnio, despertares nocturnos, ansiedad y, en algunos casos, depresión.

¿QUÉ LO PUEDE EMPEORAR?

Ciertos medicamentos pueden agravar o desencadenar los síntomas del SPI. Estos incluyen:

  • Antihistamínicos sedantes, como la difenhidramina.
  • Antagonistas de los receptores de dopamina, utilizados en algunos antipsicóticos y antieméticos.
  • Antidepresivos específicos, como la mirtazapina, antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.

TRÁTALO

El tratamiento del SPI varía según la gravedad de los síntomas y la condición de cada paciente. Las estrategias iniciales suelen ser conductuales e incluyen:

Mantener la mente activa con actividades como crucigramas o trabajos en la computadora durante periodos de inactividad.

Evitar factores que agraven los síntomas, como ciertos medicamentos, el alcohol y la cafeína.

Realizar ejercicio moderado y regular, y practicar técnicas de relajación como masajes o baños calientes.

Para los casos más severos, se recomienda el uso de medicamentos. Los agonistas de dopamina y los gabapentinoides son opciones de primera línea para el tratamiento del SPI crónico y persistente.

En pacientes con niveles bajos de hierro, el reemplazo de hierro puede ser eficaz. Las benzodiacepinas también pueden ser útiles en casos leves, especialmente en pacientes jóvenes.

(Texto y foto: Tomados de Debate)

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