El diario estadounidense The New York Times publicó el viernes pasado un amplio reportaje y una entrevista con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, en los que proyecta una imagen de funcionario eficaz, disciplinado y leal a la presidenta Claudia Sheinbaum. Desde la perspectiva de Palacio Nacional, la cobertura fue considerada un éxito, al tratarse del medio de mayor circulación en Estados Unidos y uno de los más influyentes a nivel global.

La entrevista, de tono amable y sin cuestionamientos particularmente incómodos, coincidió además con declaraciones del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien aseguró que “el gobierno de México está haciendo más en este momento en el tema de seguridad que jamás en su historia”. Este contexto resulta relevante para el Gobierno mexicano, en medio de las presiones retóricas de la Casa Blanca y la latente amenaza de acciones unilaterales por parte del ejército estadounidense en territorio nacional.

No obstante, el reportaje llamó la atención por el protagonismo que otorgó a la figura de García Harfuch. El Times incluso señaló que el secretario de Seguridad es visto “ampliamente” como el sucesor natural de la presidenta, una afirmación que coloca al funcionario en el centro del debate político rumbo a 2030, aunque la Secretaría de Seguridad sea un terreno incierto para construir una candidatura presidencial.

Especialistas advierten que, para consolidarse como un aspirante viable, García Harfuch deberá sortear al menos dos grandes riesgos. El primero es el del fracaso. Si bien su gestión al frente de la seguridad en la Ciudad de México arrojó resultados sobresalientes, replicar ese modelo a escala nacional implica enfrentar a cárteles con mayor poder y estructuras criminales más complejas. En el primer año de la actual administración se reportaron avances: la estrategia de detención de generadores de violencia mostró resultados y, de acuerdo con cifras oficiales, en 2025 el homicidio disminuyó alrededor de 18%. Sin embargo, persisten problemas estructurales como la crisis de desapariciones y la extorsión.

El segundo riesgo es el exceso. Analistas señalan que uno de los mayores desafíos no provendrá directamente de los grupos criminales, sino de alcaldes y gobernadores que protegen redes delictivas, incluso dentro de la coalición gobernante. En ese escenario, García Harfuch deberá equilibrar la firmeza institucional con la estabilidad política, evitando señalamientos de utilizar los aparatos de inteligencia con fines personales.

La historia de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad durante el sexenio de Felipe Calderón, es citada como un antecedente que ilustra estos riesgos. Antes de ser procesado por vínculos con el crimen organizado, García Luna ya era un personaje altamente cuestionado por encabezar una Policía Federal costosa, poco efectiva y con un aparato de espionaje repudiado incluso por su propio partido.

A diferencia de esos antecedentes, García Harfuch ha crecido políticamente dentro de la llamada Cuarta Transformación. Su ascenso también refleja las condiciones excepcionales del país, donde la inseguridad sigue siendo el principal motivo de preocupación social. Según datos del INEGI, el 64% de la población considera a la inseguridad como el mayor problema nacional.

El New York Times describió a García Harfuch como “el rostro de la campaña más agresiva de México contra los cárteles en más de una década” y cuestionó si será “el hombre que podrá derrotarlos”. El diario señaló que los resultados iniciales ayudaron a apaciguar a Washington y fortalecieron el intercambio de inteligencia entre ambos países, con elogios por parte de funcionarios estadounidenses a la cooperación bilateral.

No obstante, el medio subrayó que los desafíos persisten. Aunque los homicidios y los robos con violencia registraron descensos —22% y 15%, respectivamente, según cifras oficiales—, aumentaron delitos como la extorsión, los secuestros y las desapariciones. Encuestas recientes indican que el 63% de los mexicanos aún se siente inseguro.

El reportaje también recordó el atentado que sufrió García Harfuch en 2020, cuando recibió tres disparos mientras se desempeñaba como secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México. Desde entonces, afirmó el Times, el funcionario comenzó a dormir en su oficina y mantiene estrictas medidas de seguridad, una dedicación que le permitió ganar la confianza de la presidenta y consolidarse como la figura central de la ofensiva contra el crimen organizado.

De acuerdo con datos gubernamentales citados por el diario, durante los primeros 14 meses de la actual administración se detuvo a casi 39 mil personas por delitos violentos, se aseguraron más de 20 mil armas y se destruyeron mil 760 laboratorios de drogas, cifras significativamente superiores a las registradas en un periodo similar del gobierno anterior.

Pese a los avances, García Harfuch reconoció que el problema de la inseguridad no está resuelto, aunque aseguró que la estrategia implementada ha golpeado a las estructuras criminales “abajo, en medio y arriba”.

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