Una simple nube por inofensiva que parezca puede llegar a ser tan peligrosa dependiendo la forma que adquiera, como la denominada cumulunimbus, que provoca lluvias torrenciales, inundaciones, granizadas, nevadas, heladas, tormentas eléctricas y hasta tornados.

De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), esos fenómenos hidrometeorológicos afectan al país y pueden provocar la pérdida de vidas humanas y daños materiales cuantiosos, señaló la agencia Notimex.

Para que se origine una tormenta es necesario que se formen las nubes cumulunimbus, las cuales se organizan en grandes líneas cuyos componentes están muy cercanos, se pueden extender por cientos de kilómetros y llegan a ser considerados como una “línea de tormentas”; cuando van acompañadas por ráfagas de vientos se les conoce como “línea de chubasco”.

Las nubes de este tipo se caracterizan por tener los desarrollos verticales más notables y alcanzar alturas de hasta 20 kilómetros por las fuertes corrientes de aire ascendente que hay en su interior. Lo que favorece su crecimiento es que el aire contenga mucha humedad, pues de esa forma hay más condensación; además que exista viento horizontal.

En el Fascículo Tormentas Severas, publicado por la Secretaría de Gobernación, el Cenapred refiere que el término precipitación se usa para designar cualquier estado del agua que cae desde las nubes a la tierra y se puede hablar de tres tipos: lluvia, granizo y nieve.

Las nubes, al ascender, se expanden y se enfrían, provocan la condensación del vapor de agua, esto hace que la fuerza de gravedad supere a la fuerza de sustentación de las gotas y el agua caiga, originando las precipitaciones.

Además de la precipitación existen otros fenómenos atmosféricos que suelen acompañar a las tormentas severas, entre los que se encuentran las líneas de chubasco, las ráfagas frontales, los rayos, los truenos, el granizo y los tornados.

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