Aunque a primera vista suene exagerado, la expresión “podredumbre cerebral” (traducida también como “putrefacción cerebral”, del inglés “brain rot”) podría ser más literal de lo que pensamos.

Elegida como Palabra Oxford del Año 2024, tras una votación de más de 37 mil personas, el término describe, según Oxford University Press, el deterioro mental causado por el consumo excesivo de contenido trivial, especialmente en línea.

Su uso aumentó 230 por ciento entre 2023 y 2024, reflejando una creciente preocupación social por este fenómeno.

Así, lo que comenzó como una expresión coloquial ha encontrado respaldo en la ciencia moderna.

Investigaciones citadas por DW Español indican que el uso excesivo de redes sociales y el consumo compulsivo de contenido de baja calidad —desde noticias sensacionalistas hasta teorías conspirativas y entretenimiento vacuo— puede literalmente reducir la materia gris, acortar la capacidad de atención y debilitar la memoria.

Una combinación de efectos que, irónicamente, hace que el término “putrefacción” no parezca tan exagerado.

DEL CORREO AL “DOOMSCROLLING”

La primera señal de alarma sonó a principios de siglo con algo que hoy nos parece inofensivo: el correo electrónico.

Como recogió el diario El País, citando a un artículo de 2005, un equipo de la Universidad de Londres, tras 80 ensayos clínicos, descubrió que el uso diario del correo electrónico y el teléfono celular provocaba una caída media de 10 puntos en el cociente intelectual de los participantes.

Este impacto, según describieron, es más perjudicial que el consumo de cannabis.

Si eso ocurría con el simple correo electrónico, imaginen lo que sucede ahora con el aluvión constante de tuits, stories, reels, notificaciones push y los ciclos interminables de contenido (doomscrolling).

Y es que las aplicaciones modernas están diseñadas específicamente para mantenernos enganchados.

Y lo hacen aprovechándose de lo que Michoel Moshel, investigador de la Universidad Macquarie, describió como “la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar novedades, especialmente cuando se trata de información potencialmente dañina o alarmante, un rasgo que en su momento nos ayudó a sobrevivir”.

CAMBIOS PREOCUPANTES

En conjunto, el panorama actual es inquietante. Un metaanálisis de 27 estudios de neuroimagen reveló que el uso excesivo de internet está relacionado con una reducción del volumen de materia gris en regiones cerebrales críticas, responsables del procesamiento de recompensas, el control de impulsos y la toma de decisiones.

Según Moshel, estos cambios son similares a los observados en adicciones a sustancias como las metanfetaminas y el alcohol.

Más allá del ámbito clínico, el “uso desordenado de las pantallas” ha sido objeto de estudio en contextos educativos.

Un metaanálisis citado en un artículo de The Conversation, escrito, entre otros, por Moshel, recoge 34 investigaciones que relacionan este uso compulsivo con un rendimiento cognitivo significativamente más bajo, sobre todo en la atención sostenida y el control de impulsos.

NO SOLO LOS JÓVENES

El problema, según el informe, no se limita a los más jóvenes; afecta también a adultos que pasan muchas horas ante el móvil y la computadora.

Aun así, la magnitud del problema es particularmente grave en jóvenes.

Según datos de 2021 de Common Sense Media citados en The Conversation, los preadolescentes pasan 5 horas y 33 minutos diarios frente a pantallas, mientras que los adolescentes alcanzan las 8 horas y 39 minutos.

En Australia, por ejemplo, el Instituto Gonski de la UNSW descubrió en 2020 que 84 por ciento de los educadores considera que las tecnologías digitales distraen en el aula.

Y, según una encuesta de Beyond Blue mencionada por la emisora ABC, el tiempo excesivo de pantalla figura entre los principales desafíos de los jóvenes, solo superado por los problemas de salud mental.

(Fotos: Tomadas de DW Español)

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