Cuando la prisa gana a la concentración, el estrés puede llevar a la desatención o al olvido de cosas e incluso de procesos rutinarios.

Alguna vez, hemos caído en la molesta situación de olvidar las llaves, que desaparecen por arte de magia justo en el momento en que nos disponíamos a salir de casa.

Para resolver la situación, generalmente intentamos encontrarlas en los lugares donde por lo general se encuentran, o se hace el recorrido por los sitios donde se estuvo por última vez, pero esto no suele funcionar.

Ante este extraño, pero recurrente suceso, un grupo de científicos ha diseñado una técnica para hallarlas sin llegar a la desesperación.

La técnica para ubicar este objeto una vez perdido de vista, es ignorar los lugares donde normalmente estarían y dedicarse justo a los espacios en los que no suelen estar, por muy insólitos que parezcan: rincones, recovecos y los espacios con más concentración de objetos en la casa.

Pero, ¿esto realmente nos aseguraría dar con su localización? El estudio que realizó el grupo de investigadores del Reino Unido en la Universidad de Aberdeen responde a esta cuestión.

LA TÉCNICA

La investigación se enfoca en la vista y en su proceso para ubicar objetos. Realizaron un experimento con pruebas y ejercicios sobre los esquemas visuales de varios voluntarios. Las pruebas consistían en que cada voluntario debía hallar con la vista objetos específicos y muy similares entre sí.

Los resultados pusieron de manifiesto que los individuos comienzan la búsqueda descartando los espacios obvios, y siendo más exhaustivos en los lugares en que se dificulta más la búsqueda.

Es decir, primero se busca el objeto de forma rápida en las zonas vacías para descartar su presencia, y luego se pasa a las zonas que contienen más información.

Parece que el sentido común es el que conduce a la clave del ejercicio, sin tener en cuenta a los elementos que se encargan de concretar el proceso: los ojos y, con ellos, la visión periférica.

El estudio demostró que, si el objeto estuviera en lugares obvios o muy vacíos, nuestra visión periférica lo ubicaría fácilmente mientras capta otras imágenes. Por eso se recomienda obviar los espacios con menos contenidos e imágenes y recurrir a los lugares menos obvios.

Esto puede ser aplicado no sólo a la búsqueda de las llaves, sino a la de cualquier otro objeto. La investigación demuestra que perdemos mucho tiempo buscando cosas que extraviamos en lugares en los que se sabe que no van a estar porque ya se han buscado allí con anterioridad.

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