Comer uvas durante los últimos segundos del año, al compás de las 12 campanadas, es una tradición, pero su consumo va más allá de los deseos: por su alto valor nutricional, son el mejor regalo de Año Nuevo para el cuerpo humano.

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Así lo recuerda Francisco Montiel Sosa, académico y secretario general de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, quien precisa que las uvas contienen antioxidantes e importantes valores nutricionales, tanto frescas como procesadas: limpian las arterias; protegen el corazón; son ricas en vitaminas, minerales y ácido fólico, además de ser regeneradoras. “Son un alimento ideal”.

También son ricas en vitaminas A, C, E, B1, B2, B3 y B6; en minerales como calcio, fósforo, sodio, potasio, hierro, cobre, magnesio y zinc, así como en ácido fólico, glucosa y fructuosa.

El académico afirma que en la FES Cuautitlán se cuenta con un área donde se analizan frutas y hortalizas. “Nos dedicamos a estudios moleculares aplicados a los alimentos, y ahora, con el etiquetado de alimentos, trabajamos con técnicas moleculares para saber si son alterados o tienen modificación genética”, explicó.

Según las más recientes cifras oficiales (2017), el consumo nacional de uvas alcanza las 275 mil toneladas métricas; la producción en nuestro país es de 351 mil toneladas, y la exportación de 157 mil, siendo Estados Unidos el principal comprador.

México exporta, pero también importa este producto, sobre todo de Sudamérica, Chile y EU.

En nuestro territorio, señala un comunicado de la UNAM, 63 por ciento de las uvas se destina a consumo en fresco; 24.4 a la elaboración de vinos y jugos; y el 12.6 por ciento restante se deshidrata.

“Aquí su uso es básicamente como uva de mesa, pero a nivel industrial ha crecido su manejo para la elaboración de vino. Además de Sonora, que produce aproximadamente 70 por ciento de la uva y representa el 88 por ciento de las exportaciones, está Baja California y Zacatecas, donde se destina, en su mayoría, a la producción de variantes de vino”, explicó José Francisco Montiel.

UN CULTIVO ANTIGUO

La vid (Vitis vinífera) es una de las plantas con mayor antigüedad de cultivo. Su consumo fresco o procesado (pasas, jugos, mermeladas y vinos) es requerido en todas las mesas, desde las más modestas, hasta los grandes banquetes, dijo.

La vitivinicultura fue trascendente en el Imperio Romano, sus frutos utilizados en ceremonias religiosas, y sus derivados citados en obras literarias, incluso en la Biblia. A América, se cree que fue traída por Cristóbal Colón, en el siglo XV.

La uva emerge de una liana que se enrosca en busca de luz. A las uvas agrupadas se les conoce como racimos, los racimos en conjunto forman vides, y a varios de éstos se les denominan viñedos. Hay de colores, desde el verde limón hasta el rojo solferino.

(Foto: Tomada de Pixabay)

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