El Zoológico de León se encuentra en el ojo del huracán tras revelarse que, a pesar de contar con diagnósticos de riesgo y proyectos ejecutivos ya liquidados con dinero público, las obras de infraestructura necesarias para garantizar la seguridad de los animales y visitantes siguen sin ejecutarse. Esta situación ha cobrado relevancia tras una serie de incidentes fatales y cierres temporales que evidencian una gestión marcada por la burocracia y la falta de presupuesto. Desde 2022, un estudio detallado realizado por el despacho Consoti advirtió sobre vulnerabilidades críticas en el recinto. El informe señalaba bardas perimetrales con huecos de más de un metro de diámetro, un sistema de videovigilancia obsoleto y una alarmante falta de protocolos ante emergencias. A pesar de que la administración anterior pagó por la creación de planos para nuevas jaulas de felinos, elefantes y rinocerontes, estas construcciones permanecen como “obras inexistentes” debido a que los recursos estatales y municipales no llegaron a tiempo para su implementación física. Un diagnóstico ignorado por la burocracia estatal y municipal Alfonso Gómez Velázquez, expresidente del Consejo Directivo del Zoológico, ha señalado que el principal freno para modernizar el parque ha sido la lentitud gubernamental. Según sus declaraciones, aunque los proyectos técnicos estaban listos y aprobados, la falta de “agilidad” en las dependencias estatales impidió formalizar los apoyos económicos necesarios. Esta inacción dejó al parque en un estado de vulnerabilidad que culminó en tragedias recientes, como el ataque de perros ferales que mató a 24 borregos muflones y la muerte accidental de un avestruz al caer en la fosa de los leones. El diagnóstico de 2022 no solo alertaba sobre las instalaciones de los animales, sino también sobre la seguridad del público. Con apenas 17 elementos de seguridad para cubrir tres turnos y sin un sistema de comunicación oficial los guardias dependen de sus propios celulares para coordinarse, el zoológico opera bajo un riesgo constante. Además, la señalética de evacuación es prácticamente nula, lo que dificultaría cualquier labor de rescate en un recinto que recibe a más de un millón de visitantes anualmente bajo programas sociales como “Pásale Gratis”. Entre la clausura federal y el camino a la profesionalización La gravedad de la situación obligó a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) a clausurar temporalmente el recinto el pasado 18 de diciembre. Para lograr la reapertura, el municipio tuvo que movilizar cuadrillas de emergencia para instalar segundos cercos de contención y reforzar áreas críticas como el albergue de los lobos canadienses, quienes también registraron intentos de escape. Estas medidas, aunque necesarias, son consideradas por expertos como “remiendos” ante la falta de una transformación estructural profunda. La gobernadora Libia García Muñoz Ledo y la alcaldesa Alejandra Gutiérrez han prometido trabajar de la mano para rescatar el espacio, pero el reto es mayúsculo. Para recuperar el distintivo internacional de la AZA (Asociación de Zoológicos y Acuarios), el Zoo León debe solventar fallas que van desde el cableado dañado por roedores en los altavoces hasta el rediseño de hábitats que hoy permiten un contacto peligroso entre humanos y especies salvajes. El futuro del zoológico depende ahora de que los proyectos que ya fueron pagados finalmente se conviertan en cemento y acero. Compartir Navegación de entradas Gobernadora Libia Dennise envía mensaje de paz y unión a las familias guanajuatenses en vísperas de Navidad Louvre instala reja tras robo de octubre en el museo