Cuando pensamos en venas, nuestra mente suele ir a aquellas que los médicos usan para tomar muestras de sangre.Pero, ¿qué pasa cuando esas venas comienzan a aparecer en lugares inesperados, como las piernas, y se vuelven notoriamente visibles?Las venas varicosas, esas protuberancias azules o moradas que parecen enredarse bajo la piel, son más comunes de lo que imaginamos.A pesar de ser vistas generalmente como un problema estético, estas venas pueden revelar una serie de problemas subyacentes que no deben ser ignorados.Las venas varicosas son venas normales que, debido a ciertos factores, se han agrandado.EMPIEZAN CHICAS“Pueden ser muy pequeñas al principio, pero con el tiempo pueden crecer más y más, hasta ser visibles debajo de la piel”, explica el Dr. Tony Lu, cirujano vascular del Hospital Houston Methodist.Su aspecto es distintivo: suelen ser de color azul oscuro o morado y, a menudo, están retorcidas y abultadas bajo la piel.La aparición de estas venas se debe a que una sección de las mismas no funciona correctamente para devolver la sangre al corazón.Esto puede deberse a problemas con las válvulas internas de las venas, que actúan como puertas unidireccionales permitiendo que la sangre fluya hacia el corazón y cerrándose para evitar que regrese.Cuando estas válvulas fallan, la sangre se acumula, haciendo que las venas se dilaten.LAS PIERNAS, LAS VÍCTIMASEste fenómeno es particularmente común en las piernas, donde las válvulas de las venas deben trabajar en contra de la gravedad cada vez que estamos de pie.“Las válvulas pueden fallar si están sometidas a mucho estrés”, menciona el Dr. Lu, quien advierte que trabajos que implican estar de pie durante largos periodos, como el de los maestros o repartidores, aumentan el riesgo de desarrollar varices.No solo las ocupaciones influyen en la aparición de las venas varicosas. Los cambios hormonales también juegan un papel clave.¿A QUÉ SE DEBE?Las fluctuaciones de estrógeno, comunes durante la vida de una mujer, afectan significativamente a las venas.Por ejemplo, durante el embarazo, los niveles de estrógeno y el volumen de sangre aumentan, lo que dilata las venas y ejerce más presión sobre las válvulas.Después de la menopausia, los niveles de estrógeno se desequilibran, debilitando aún más las venas y afectando el funcionamiento de estas válvulas.Además, la genética también tiene un papel importante. “Tener antecedentes familiares de venas varicosas aumenta la probabilidad de desarrollarlas, sin importar el género o la ocupación”, añade el Dr. Lu.LOS PELIGROSAunque las venas varicosas pueden ser incómodas y antiestéticas, ¿deberíamos preocuparnos?La respuesta es sí y no. Al principio, pueden ser solo un problema superficial sin riesgo significativo, pero su progresión puede llevar a complicaciones como dolor, ulceraciones, hemorragias, y cambios en la piel.“Es importante actuar a tiempo”, destaca el Dr. Lu, ya que las venas varicosas no desaparecen por sí solas y tienden a empeorar con el tiempo.Los síntomas iniciales, como la sensación de pesadez en las piernas y la fatiga, son señales claras de que es hora de buscar ayuda médica.SÍNTOMAS INICIALESEl primer paso para tratar las venas varicosas generalmente comienza con el uso de medias de compresión, que aplican presión a las venas de las piernas para ayudarlas a recuperar su tamaño normal.Si bien estas medias pueden ser suficientes para etapas tempranas, en casos más avanzados, se pueden considerar tratamientos más definitivos, como la ablación.“La ablación utiliza calor, láser o pegamento para colapsar o bloquear el segmento de la vena afectada”, explica el Dr. Lu.Este procedimiento es relativamente sencillo y no requiere cirugía mayor, pudiendo realizarse de forma ambulatoria.Sin embargo, no todos los pacientes optan por este tratamiento inmediatamente; muchos prefieren seguir con las medias de compresión hasta que los síntomas se vuelvan más difíciles de manejar.(Texto y fotos: Tomados de Debate.com.mx y Saludplus)Compartir Navegación de entradasEl enigma de las extrañas “bolsas” en el vientre de los gatos La muerte de murciélagos impulsó mortalidad infantil