Fue curioso encontrarme este fin de semana un ejemplar arrumbado de la otrora influyente revista Contenido que titulaba en su reportaje principal “Corrupción: el flagelo que México no logra extirpar”.

Las imágenes que ilustraban la portada de esa pequeña revista –Arturo Montiel, el ex gobernador del Estado de México, y René Bejarano, ex operador del PRD y de Andrés Manuel López Obrador- me llevaron a deducir que era de la década pasada.

Pero erré en mi cálculo: el número de esa revista de bolsillo era de diciembre del 2005. Un titular de hace 12 años sigue teniendo vigencia y más vergonzoso es que esos mismos personajes que lo ilustraron siguen activos en la escena pública:

El pasado domingo 26 Arturo Montiel arropó la toma de protesta del candidato del PRI a la gubernatura por el Estado de México, Alfredo del Mazo (http://bit.ly/2okB077), mientras que René Bejarano operaba con sectores populares del PRD en una gira por Oaxaca (http://bit.ly/2nAOQFb).

Ellos son la muestra más clara de que los corruptos no van a la cárcel tras ser sometidos a un juicio justo y transparente; solo van a prisión por venganzas políticas.

Qué vergonzoso y ofensivo es saber que han pasado 12 años de este y de miles de reportajes más de la prensa escrita y electrónica sobre la corrupción y nada ha cambiado. Y todo indica que nada cambiará.

Cuando estalló en 2014 el escándalo de la “casa blanca”, el reportaje de investigación periodística más completo e impactante que se haya hecho en nuestro país que etiquetó por siempre a Enrique Peña Nieto como el presidente más corrupto de la historia, sacudió a los mexicanos, pero ¿eso nos hizo menos corruptos?

Lo dudo mucho, porque seguimos enfocando la corrupción en las burocracias –que es cierto- pero no en nosotros mismos. Nuestras conductas siguen siendo las mismas: “los políticos solo roban… ¿y los ciudadanos? No, nosotros para nada”.

Mientras sigamos viendo a las leyes como negociables, más portadas como las de Contenido seguiremos viendo en… el próximo siglo.

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