El Papa Francisco emitió este jueves una fuerte crítica a la alta administración del Vaticano al señalar que “los traidores obstaculizan las reformas” y que hacen que cualquier cambio fuera tan difícil “como limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”.

Por cuarto año consecutivo, el Pontífice usó su saludo anual de Navidad a la burocracia central de la Iglesia Católica Romana, o Curia, para hablar a los cardenales, arzobispos y otros jefes de departamento reunidos sobre la necesidad de los cambios.

“Reformar a Roma es como limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, sostuvo el Papa al citar a un clérigo belga del Siglo XIX.

En esta ocasión Francisco decidió abordar la proyección de la Curia Romana hacia el mundo exterior, pues en su opinión si se encierra en sí misma caería en la autorreferencialidad, que la condenaría a la autodestrucción.

Lo hizo no sin antes advertir acerca de una serie de peligros que a su parecer la acechan y recordar ante los curiales la necesidad de una filial obediencia al sucesor de San Pedro.

“Esto es muy importante si se quiere superar la desequilibrada y degenerada lógica de las intrigas o de los pequeños grupos que en realidad representan, a pesar de sus justificaciones y buenas intenciones, un cáncer que lleva a la autorreferencialidad”, alertó, según consignaron agencias de noticias internacionales.

Este mal, aseveró, se infiltra también en los organismos eclesiásticos y, en particular, en las personas que trabajan en ellos.

Así enlazó con otro de los peligros que a su parecer planean sobre esta antigua institución.

“(El de) los traidores de la confianza o los que se aprovechan de la maternidad de la Iglesia”, afirmó.

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