“Un muñeco asesino”, la premisa es muy atractiva y divertidamente absurda. Entre tantas posibilidades de realización, me permito resumirlas en dos opciones: a) hacer una película seria que buscase asustar al público con un guion complejo y una narrativa terrorífica; b) llevar a cabo una cinta con mucha pasión y amor cuyo resultado es una película absurdamente divertida. ¿Qué decidieron con El Muñeco Diabólico (Child’s Play, Lars Klevberg, 2019)? Una quimera extraña entre ambas propuestas.

Me parece importante destacar que, desde el primer momento, la nueva cinta buscó presentar una identidad propia al dejar a un lado el toque sobrenatural y transportarlo a una época de tecnología y conectividad. Esta decisión fue muy valiente y arriesgada, pero permitió alejarla por completo de la cinta de 1988.

La escena inicial contiene en gran medida lo que se va a presenciar durante los siguientes 90 minutos. Y es que los diálogos son malos, las actuaciones un tanto plásticas y existen situaciones sin justificación, aunque eso sí, las risas no faltaron. Explicando: situaciones sin justificar, tenemos el suicidio del trabajador; las risas, provienen del elemento absurdo y divertido de un muñeco que se convertirá en una amenaza para las personas solo porque sus protocolos de seguridad fueron desactivados (esperemos que no sea la precuela de Terminator).

El cine es considerado el séptimo arte y, como tal, debe ser realizado con pasión, entrega y corazón. Claro está que es una industria cuyo objetivo principal es obtener utilidades, pero si a esto se le suma el amor al momento del proceso de realización, se puede percibir esa entrega en el producto final y esto puede arrojar muchas más ganancias. En Chucky del 2019 podemos apreciar esa pasión a momentos.

Klevberg, director de la película, y Tyler Burton Smith demostraron su falta de experiencia. La primera parte, antes de que comenzaran los momentos de sangre, intentaron crear una atmósfera seria con personajes complejos… pero no lo logran y el resultado son minutos que cansan y que parece que no apuntan a ningún lugar, además de que muchas de las interacciones entre personajes parecen forzadas e injustificadas.

Al alejarse del sentido diabólico de su predecesora, en esta ocasión se propuso el argumento con base en las frases “el fin justifica los medios” y “yo soy tu amigo fiel”. No lo hicieron tan mal, al punto de que se alcanza a rozar la empatía con Chucky.

Es en el momento en que la producción decidió disfrutar de la película y de lo absurdo, que surge la verdadera esencia de la cinta, aunque solo aparece como destellos esporádicos. Me permito explicar esto al plantear el escenario de una secuencia importante: un grupo de cuatro adolescentes (liderados por Andy) se enfrentan al villano omnipresente que tiene total control de los dispositivos del supermercado en una batalla que puede ser épica. Hasta aquí, todo parece bien, pero se viene abajo al deshacerse de tres de los soldados en una retirada sin sentido. ¡Por favor! ¡La mamá de uno de ellos estaba en riesgo de morir!

Posteriormente, vuelve a presentarse la oportunidad de un momento épico: un adolescente con una sierra y un hacha caminando a enfrentar su destino y de fondo hay pantallas que proyectan solo ruido. Esto me recordó a [Rec] 3: Génesis (Paco Plaza, 2012), en donde había una mujer con vestido de novia, una sierra en las manos, bañada de sangre, dispuesta a eliminar zombies y con Gavilán o Paloma de fondo musical. Ambos escenarios son hermosa y divertidamente absurdos; sin embargo, en el caso de El Muñeco Diabólico, termina en una escena poco emotiva y ligeramente climática.

Así es como se puede resumir el film, con destellos prometedores, pero sin lograr un producto destacable y, como toda cinta contemporánea, deja el escenario abierto para posibles secuelas (aunque tal vez no ocurran). Por cierto, la estética de Chucky me parece justificada, ya que al final, al lanzar la nueva versión de Buddi, aparece un oso igual de desagradable y demuestran que la intención era que todos debían ser incómodos a la vista.

Ya para terminar, quiero agradecer a quien me acompañó a ver esta película, ya que la sufrió de principio a fin, ya que es un género que le desagrada por completo, así que este texto va dedicado a ella, ¡muchas gracias!

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