La soledad que sufren las personas puede llegar a ser más peligrosa que la obesidad.

Así lo advierte la docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Montero y López Lena.

La experta afirma que lo más importante al abordar el tema de la soledad, es comprender que ésta no necesariamente conduce a un estado depresivo y que incluso puede ser benéfica para quien ha aprendido a gestionar sus emociones.

Sin embargo, comenta que ha encontrado que la soledad es un estresor, ya que “es resultado de la percepción de carencias afectivas, reales o subjetivas.

Afirma que es un estresor, porque depende de los recursos socioafectivos con los que cuente la persona para enfrentar dicha experiencia.

DESEQUILIBRIO EMOCIONAL

En un artículo publicado en la Gaceta de la UNAM, afirma que, desde el punto de vista psicológico, la soledad tiene una faceta negativa, vinculada con el desequilibrio entre la cantidad de afecto que la persona requiere y la que cree recibir.

En contraste, también hay evidencia científica que vincula a la soledad con procesos más complejos como la creatividad.

En consecuencia, se concibe como un fenómeno esencialmente subjetivo, el cual puede conducir a estados depresivos o bien de éxtasis asociados con el autoconocimiento”.

PROBLEMA MUNDIAL

En México, según la Secretaría de Salud (https://www.gob.mx/salud/prensa/008-en-mexico-3-6-millones-de-personas-adultas-padecen-depresion) 3.6 millones de personas adultas padecen depresión, una cifra que el organismo gubernamental afirma creció después de la pandemia como sucedió en otros países.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) (https://www.who.int/es/news/item/15-11-2023-who-launches-commission-to-foster-social-connection) señala que el problema de soledad ha aumentado tanto que creó la Comisión de la OMS sobre Conexión Social.

La nueva oficina nace “con miras a hacer frente a la soledad como una amenaza apremiante para la salud, promover las relaciones sociales de manera prioritaria y acelerar la ampliación de soluciones en la materia en los países de cualquier tipo de ingreso”, asegura la OMS.

AISLAMIENTO GRAVE

“La falta de conexión social conlleva un riesgo equivalente, o incluso mayor, de muerte prematura asociada con otros factores de peligros más conocidos, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la inactividad física, la obesidad o la contaminación del aire”, indica la OMS.

“El aislamiento también tiene un grave efecto en la salud física y mental: diversos estudios muestran su relación con la ansiedad y la depresión y cómo puede incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares en 30 por ciento”, añade.

Dichos datos, considera María Montero y López Lena, subrayan la necesidad de aprender a manejar la soledad en nuestro beneficio.

Cuando es positiva, puntualiza, “se asocia con acciones más de creatividad, de verdadero éxtasis, con estados creativos”, afirma.

“Hay poca literatura todavía al respecto en la que se documenta que las personas que saben hacerlo pueden ser muy productivas y, de hecho, sobre todo hay ejemplos en las artes”.

EXCLUSIÓN Y SIN AFECTO

“Alguien puede estar rodeado de gente –los artistas de los espectáculos– y sentirse solo, porque no encuentra satisfacción en sus vínculos afectivos o puede estar aparentemente excluido”, ejemplifica la universitaria.

Agrega que uno de los problemas principales para tratar la soledad es que ésta hace referencia a “un fenómeno absolutamente psicológico, que tiene un correlato físico pero que no es determinante para la experiencia solitaria”.

“El correlato físico de la soledad es el aislamiento. Hay personas que están en aislamiento físico pero que no se sienten solas. Por ejemplo, las monjas, o los trabajadores de plataformas marinas”, explica.

A VIGILAR EL SUEÑO

Una manera sencilla de identificar si la soledad nos está afectando, expone María Montero y López Lena, es monitorear nuestro sueño.

“Cuando la depresión ya tiene un perfil más patológico, hay alteración de sueño y en la ingesta alimenticia –para más o para menos–, así como en el sistema inmunológico, el cual se ‘deprime’ y el individuo es presa de infecciones más recurrentes”, añade.

“Pero cuando la gente pasa por periodos depresivos no identificados, sobre todo, hay una alteración de sueño incuestionable que contribuye al círculo vicioso: cuando te falta sueño, no hay suficientes hormonas que se liberan durante esa fase y te sientes peor”.

Si identificamos que hay un problema, además de acudir con un especialista –psicólogo(a) o psiquiatra–, debemos estrechar nuestros vínculos sociales, remató.

(Fotos: Tomadas de Gaceta UNAM)

Compartir