Son los “locos” al volante a los que nos hemos topado o somos nosotros mismos. En cualquier ciudad caótica, con prisa, tráfico e incidentes viales son pocos los conductores pacientes.

Sin embargo, eso no quita que las personas tienen que encontrar la forma de convivir, aunque pareciera que, en el momento en que nos subimos al auto, nos convertimos en otra persona, señala un artículo del portal AutosRPM.

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Aunque se busque culpar a otros conductores como la causa de tu enojo e ira, en realidad se están viendo las cosas muy superficialmente.

La realidad de las cosas es que el conducir bajo circunstancias caóticas es un detonante de altas dosis de estrés.

No sólo el manejar implica de entrada que tengas que tener un nivel de estrés y estado de alerta para poder reaccionar, dice el artículo de AutosRPM.

A esto se le añaden accidentes de último minuto, calles cerradas, obras viales y mil cosas más. Si partimos de esto, ya la tenemos complicada: no podemos esperar a que todos los conductores sean impecables y considerados.

Finalmente, y muy probablemente, tú no lo eres todo el tiempo. A pesar de ello, cuando alguien se te cierra, pareciera que es personal, aunque ciertamente sabes que no lo es.

La cuestión es que, como el auto termina siendo como una extensión de tu cuerpo, tu territorio y tu personalidad, sientes la instintiva necesidad de defenderte.

Si bien el conducir es un acto comunitario y no individual, las personas actúan de forma muy egoísta.

OPINIÓN DE EXPERTOS

Con información de HowStuffWorks, un experto del Congreso sobre psicología del tráfico, el Dr. James o Dr. Driving, considera que la causa principal de la ira al manejar no se debe al tráfico o más conductores en las calles: en realidad, es que tenemos una cultura de conducción agresiva, añade el artículo de AutosRPM.

¿Cómo? En nuestra cultura, los niños aprenden que las reglas normales de comportamiento y cortesía no se aplican al conducir un automóvil.

Por el contrario, un conductor hábil es aquél que tiene comportamientos competitivos, que maniobra hábilmente al conducir cambiando de carril y conduciendo a altas velocidades.

Además, los niños crecen viendo cómo los adultos de su vida, como sus padres, incurrieron en este tipo de conducción cuando tenían prisa.

Peor aún, películas y series reafirman este tipo de conductas al volante y las enaltecen como positivas y emocionantes.

Otro aspecto cultural que no ayuda, es la creencia de que tienes que “sacar tu agresividad” porque es peor “quedártela”. Si bien esto se ha comprobado que no es así, los niños crecen con esta idea.

Y, para hacerlo más complicado, en el caso de los varones es mal visto si huyen o evaden una pelea.

CAUSA REAL

En realidad, hay varios factores que detonan tu mal humor y tu agresividad al manejar.

Por un lado, están los problemas emocionales que no tienes conscientes y vas por la vida proyectando.

Por otro lado, están las circunstancias externas que te producen sofoco y falta de control.

Tal es el caso del estar atorado en el tráfico sin tener a dónde ir. A su vez, pocos conductores son realmente objetivos con los incidentes viales.

Culpan a los demás, pero no observan ni reconocen sus errores. Otro problema con la falta de objetividad es que un acto que pudo haber sido provocado por distracción de otro conductor, es tomado como una agresión.

Además, a pesar de saber que es normal que pasen cosas de último minuto, nos rehusamos a aceptarlo.

La ira reincide en una gran mayoría y no toman previsiones con base en lo que ya saben que puede ocurrir.

Pero, al final, tenemos que seguir intentándolo y aprender a convivir bajo circunstancias de estrés.

(Foto: Tomada de AutosRPM)

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