La conclusión de la película basada en el libro que puede ser considerado el más popular de Stephen King llegó a la pantalla grande este 2019 y, a pesar de que su capítulo uno (It, Andy Muschietti, 2017) tuvo bastantes aciertos, el público en general manifestó una inconformidad porque se realizó una comparación muy agresiva con el trabajo de la miniserie de 1990 (Stephen King’s It, Tommy Lee Wallace, 1990).

En su primera adaptación audiovisual, el payaso Pennywise fue encarnado por el legendario Tim Curry, y forma parte del colectivo de un par de generaciones. En lo particular, tardé mucho en poder soportar ver el metraje, debido a que me inquietaba bastante la caracterización y las escenas memorables, como cuando aparece el payaso cavando una tumba. La imagen no podía sacarla de mi cabeza y cada que el spot era transmitido por televisión abierta, no me atrevía ni siquiera a terminar de verlo.

El objetivo de este texto no es realizar una comparativa entre ambas adaptaciones, más bien es hacer un análisis de It: Capítulo Dos (It: Chapter Two, 2019, Andy Muschietti), pero me pareció prudente hacer mención de la miniserie, porque se estrenó en una época muy diferente a la que estamos viviendo en la actualidad y que eso afecta de manera directa a la recepción que tiene la cinta del director argentino.

Es muy difícil lograr que la gente se asuste con una película, por lo que la herramienta más recurrente son los jumpscares, un sonido fuerte de repente para sorprender y alterar un poco al espectador. En esta película se utilizan de forma constante, a pesar de ser un recurso bastante sencillo de llevar a cabo y esto le resta bastante al trabajo cinematográfico, es triste, debido a que la cuenta con un realizador capaz de montar escenarios y escenas tensas que logran crear un ambiente de terror psicológico, lo dejó demostrado en Mamá (Mama, Andy Muschietti, 2013).

El inicio de la película en realidad tiene una propuesta interesante y parece que va a andar por un buen camino con un sabor muy amargo y brindando lo que aparentemente será el color que llevará la cinta en sus casi tres horas de duración… esta apuesta termina muy rápido. Es de resaltar, que la escena que Stephen King escribió para la película, salta a la vista de inmediato, porque rompe por completo con la historia y parece pegada como un parche, no es que sea mala, es solo que no se presentó en el momento adecuado. Si se hubiera manejado como un prólogo, de verdad hubiera parecido más apropiado.

Uno de los principales errores de It: Capítulo Dos fue que, en lugar de ser una cinta con una criatura que amenazaba a los personajes en su versión adulta, se dedicó, en su mayoría, a presentar una serie de escenas de la infancia, como flashbacks, de momentos que no se mostraron en la primera parte, lo que provoca que la película sea tediosa, dependiente de su predecesora y sin una historia propia ni identidad. Y vaya que tenían material para producir una secuela con personalidad al contar con un ser casi indestructible que buscaba venganza.

Si bien se planteó un poco más la psicología de los personajes (niños) y mostró a un Billy (James McAvoy) con un sentimiento de culpa muy interesante, la cinta queda en una secuencia de escenas que se conectan de manera frágil al ser un tanto independientes la una de la otra.

En cuanto a Pennywise, es uno de los principales motivos para ver la película, sin embargo, con los pocos minutos que estuvo en pantalla, no se pudo disfrutar tanto del trabajo de Skasgard debido a los efectos especiales, de los cuales se abusó y su ejecución fue muy pobre. Muschietti demostró que no es muy exigente en cuanto a los efectos por computadora, sus cintas anteriores e It: Capítulo Dos son prueba de ello, que en lugar de utilizarlos para darle realismo a los elementos fantasiosos, pasan a ser risibles y poco creíbles. Desde la escena del restaurante hasta la secuencia final.

Quiero volver a tocar el tema de la época y es que al tener un villano de origen cósmico, en la actualidad resulta muy complicado de transportar a la pantalla grande y hacerlo de forma que la gente lo vea con temor, al ser poco creíble, entre más cercano esté a nosotros, más temible resulta.

Además, el momento de mayor tensión (el final), se fractura constantemente por la necesidad de imprimir humor, muy al estilo Marvel, lo que desconecta las emociones y, si eres muy exigente, irrita bastante. Ahora, la resolución final, la forma en la que acaban con It aparenta ser sacado de la manga. En 2017, la unión y el valor hizo que el club de los perdedores, trabajando de una forma justificada, presenta una batalla muy coherente, mientras que en esta ocasión, es espontánea y deja un sentimiento de insatisfacción por su, me atreveré a decirlo, improvisación. Sí, se habló de eso a lo largo de la película, ya que se menciona que los finales no son lo fuerte del escritor, pero si ya lo sabían, ¿por qué no se hizo algo por mejorarlo?

Mis expectativas eran altas, en particular por todo lo que se comunicaba en los medios y la decepción vino, en especial, por la falta de identidad propia de It: Capítulo Dos. Es entretenida, pero no más, queda por debajo de su predecesora y no es el cierre esperado.

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