Si hay algo que ofusca (y molesta) al presidente Andrés Manuel López Obrador es que un evento inesperado le quite los reflectores.

Ha ocurrido con las protestas feministas, con el video de su hermano Pío recibiendo montones de billetes, con las incontrolables cifras de la pandemia del coronavirus y de la seguridad, y con la debacle profunda de Pemex.

Al presidente le gusta poner nombres -y llevar la agenda del día- cuando habla de corrupción, de malos servidores, de la prensa y de los malos empresarios. Pero si se trata del movimiento feminista, no puede mencionar a un nombre en particular para atacarla o hablar de sus “negros antecedentes”.

Ocurre lo mismo con el coronavirus. Prefiere decir que el país está “saliendo” de la crisis en vez de poner bajo la mira el trabajo de su subsecretario de Salud, y si se trata de violencia solo habla del pasado, pero no admite su fallida estrategia de “abrazos, no balazos”.

Justo un día antes de que se dieran a conocer los videos de su hermano Pío recibiendo dinero (https://bit.ly/359SSsD), el presidente se regocijaba con las presuntas acusaciones del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, en contra de servidores y políticos del pasado. Hoy el caso Pío parece olvidado por la memoria presidencial.

SOLO MIRANDO

El jueves por la noche cuando la periodista Ginger Thompson, ex jefa de la corresponsalía en México del diario The New York Times, informó primeramente de la detención del ex secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos (https://bit.ly/349sxLX), el gobierno de López Obrador se quedó sin palabras.

Solo el canciller Marcelo Ebrard comunicó que fue informado del hecho por el embajador de EU en México (https://bit.ly/35dgyMr) y reportó que el ex máximo jefe militar en el gobierno de Enrique Peña estaba recibiendo apoyo consular.

Atónito, el presidente tuvo que aceptar el viernes 16 que el país se encontraba en una situación inédita y, fiel a su costumbre, señaló que el arresto es una “muestra inequívoca” de la “decadencia del régimen”.

LA PRENSA HACIENDO SU CHAMBA

Lo que presidente pareció no entender fue que en cuestión de horas periodistas pusieron nombres y cargos a aquellos militares que fueron cercanos colaboradores de Cienfuegos y que hoy ocupan altos cargos en la Secretaría de la Defensa, la dependencia a la que este Gobierno Federal le ha entregado casi 250 mil millones de pesos en obras, todas sin licitación alguna (https://bit.ly/2T82Bdm).

Si bien el presidente dijo que serán suspendidos todos aquellos mandos castrenses que pudieran salir “salpicados” en la investigación contra Cienfuegos, no ha sido capaz de reaccionar y ni siquiera de hablar con Donald Trump o con algún integrante de su gabinete o del FBI o la DEA para abordar el escandaloso asunto.

Los periodistas independientes de este y del otro lado de la frontera se han encargado de desnudar aún más la disyuntiva que enfrenta este gobierno, pues militares ligados a Cienfuegos ahorita están tomando innumerables decisiones (https://bit.ly/34a6vJ2).

Será imposible para el presidente detener todo el torrente de información que surja de las audiencias contra Cienfuegos y de toda la podredumbre que impera adentro de una de las instituciones más cerradas y oscuras como la Secretaría de la Defensa.

Pero es muy seguro que López Obrador saque algo de la chistera en los próximos días para ocultar que la Sedena tendrá -para los olvidadizos- un presupuesto total asignado de 94 mil millones de pesos para el 2021 y que hoy desempeña 13 tareas civiles que van desde la construcción de obras hasta control de aduanas (https://bit.ly/2T2YfnG).

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