Recientemente, ha habido un aumento significativo en las enfermedades crónicas en el país, debido a los estilos de vida sedentarios, malos hábitos de nutrición y el consumo de productos no saludables.
Es importante tener en cuenta que muchas enfermedades crónicas pueden ser identificadas mucho antes de que los síntomas se manifiesten.
Al abordar de manera proactiva los factores de riesgo y realizar revisiones y chequeos regulares, las personas tienen una mayor oportunidad de detectar y controlar estas condiciones en una etapa temprana.
Tomar medidas preventivas y adoptar hábitos de vida saludables puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la carga de las enfermedades crónicas y promover el bienestar general.
MEDIDAS PREVENTIVAS
La prevención, el control del peso, una alimentación saludable y la actividad física regular son componentes fundamentales para reducir el impacto de estas enfermedades en la población.
Las enfermedades crónicas representan una preocupación de salud significativa que imponen una carga considerable para los individuos, las familias, los sistemas de atención médica y la economía nacional (PIB).
Las enfermedades crónicas son generalizadas en México, con un impacto notable en la salud de la población.
Condiciones como enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, cáncer y enfermedades respiratorias son particularmente prevalentes en México.
OBESIDAD Y DIABATES
Los desafíos planteados por la obesidad y la diabetes son particularmente significativos, ya que México ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en términos de tasas de obesidad.

Esta situación alarmante ha contribuido a un aumento en los casos de diabetes tipo 2. Vale la pena destacar que la coexistencia de la obesidad y la diabetes amplifica significativamente el riesgo de desarrollar otras enfermedades crónicas y experimentar complicaciones asociadas.
Entre las enfermedades y afecciones estrechamente relacionadas con la obesidad y la diabetes se encuentran las siguientes:
Enfermedades Cardiovasculares, Hipertensión (Presión Arterial Alta), Síndrome Metabólico, Enfermedad del Hígado Graso no Alcohólico (EHGNA).
4 ENEMIGOS
Enfermedades cardiovasculares: estas engloban una variedad de afecciones como enfermedad de las arterias coronarias, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares o derrames cerebrales. La combinación de obesidad y diabetes aumenta el riesgo de desarrollar estos problemas cardiovasculares, lo cual puede tener graves implicaciones para la salud del corazón.
Hipertensión (Presión Arterial Alta): la obesidad y la diabetes a menudo coinciden con la presión arterial alta, lo cual puede llevar a enfermedades cardíacas, enfermedad renal y otras complicaciones. El control de la presión arterial se vuelve crucial en estos casos.
Síndrome metabólico: se refiere a un conjunto de condiciones que incluyen obesidad abdominal, presión arterial alta, niveles altos de azúcar en la sangre y niveles anormales de colesterol. La coexistencia de obesidad y diabetes aumenta la probabilidad de desarrollar síndrome metabólico, elevando así el riesgo de enfermedad cardíaca, derrames cerebrales y diabetes tipo 2.
Enfermedad del Hígado Graso no Alcohólico (EHGNA): la acumulación de grasa en el hígado, conocida como EHGNA, está estrechamente relacionada con la obesidad y la diabetes. Si no se aborda, puede progresar hacia enfermedades hepáticas más graves como esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) y cirrosis.
RECOMENDACIONES

Las enfermedades crónicas pueden prevenirse y con exámenes y pruebas médicas esenciales.
Medición de la presión arterial: realizar controles regulares de la presión arterial es esencial para monitorear y controlar la hipertensión (presión arterial alta), un factor de riesgo importante para enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y enfermedad renal.
Evaluación del colesterol: verificar los niveles de colesterol ayuda a evaluar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Esto implica medir el colesterol total, el colesterol LDL (colesterol malo), el colesterol HDL (colesterol bueno) y los triglicéridos.
Prueba de glucosa en sangre: la detección de la diabetes implica medir los niveles de glucosa en sangre en ayunas o realizar una prueba oral de tolerancia a la glucosa. La detección temprana de la diabetes es crucial para su manejo oportuno y la prevención de complicaciones.
Cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC): calcular el IMC según el peso y la altura puede indicar si tienes un peso saludable o si estás en riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la obesidad.
Detección temprana de cáncer: dependiendo del género y la edad, se pueden recomendar varias pruebas de detección temprana de cáncer, como mamografías para el cáncer de mama, pruebas de Papanicolaou para el cáncer de cuello uterino, colonoscopias para el cáncer colorrectal y pruebas de antígeno prostático específico (PSA) para el cáncer de próstata.
Prueba de densidad ósea: una prueba de densidad ósea, comúnmente conocida como DEXA, evalúa la fortaleza ósea y ayuda a identificar la osteoporosis o baja densidad ósea, especialmente en mujeres posmenopáusicas.
Inmunizaciones: mantener al día las vacunas recomendadas ayuda a prevenir enfermedades infecciosas que pueden tener consecuencias para la salud a largo plazo. Las vacunas pueden incluir la influenza, neumonía, hepatitis, virus del papiloma humano (VPH) y otras.
Exámenes oftalmológicos y dentales: los exámenes regulares de los ojos realizados por un oftalmólogo u optometrista ayudan a detectar condiciones oculares como el glaucoma, las cataratas y la degeneración macular relacionada con la edad. Las revisiones dentales ayudan a mantener la salud bucal e identificar problemas como la enfermedad de las encías o la caries dental.
(Texto: Tomado de El Economista)