Yacen en mi mente recuerdos vagos de acompañar a mi madre a votar.

Recuerdo un domingo familiar, en el que la mayoría de mis tías se reunían y junto con mis abuelos y mi madre acudían a cumplir su compromiso como ciudadanos.

Tal acto me parecía fascinante. Anhelaba ya poder realizar esa acción de “gente grande”. Era una emoción extraña saber que se podía escoger a tu presidente. Sentía que en las manos de cada persona había un poder incomparable.

Me visualizaba a mí en ese momento votando por alguien, pero en cierta manera perversa pensaba algo como: “¡ja! en mis manos estará el poder para que alguien gané o pierda”.

Lo imaginaba como las votaciones en la escuela cuando iba a ver una kermés. Ya sabes, ese momento en que la maestra se ponía frente al salón de clases y entonces nosotros los alumnos debíamos escoger el puesto que le tocaría a nuestro salón: el de burritos o el de pizza.

Joder, que emocionante.

Y ahora, en estas mis primeras elecciones y que son las llamadas “intermedias”, quisiera estar votando por burritos o pizza. La decisión sería más fácil.

Y no se confundan, dentro de mí siento la emoción de poder votar por primera vez, pero es que sinceramente creo no hay por quién hacerlo.

Antes visualizaba que el escoger al presidente, presidenta, alcalde, alcaldesa, etc, era como tener que escoger a tu súper héroe favorito, y ¿cómo hacerlo? Si son súper héroes, hacen buenas acciones, se preocupan por el otro, nos cuidan, entonces ¿cómo escoger?

Me deprime un poco saber que no tendré que hacerlo por él o la mejor candidata, sino por “el menos pior”.

Supongo que es parte de ser adulto ¿no? El crecer y darte cuenta que al menos en México no importa qué partido sea, que no importa si es hombre o es mujer, porque el resultado será el mismo.

Los feminicidas, asesinos, ladrones, pedófilos, etc., seguirán libres.

La corrupción por parte del gobierno, la policía, los sistemas de salud, los sistemas de educación, etc., prevalecerá.

Las injusticias no se irán.

Yo entiendo que el ser humano es corrompible, pero también sé que se puede escoger no serlo.

Mi intención con esta columna no es fomentar la “no votación”; al contrario, el votar es algo que todos los ciudadanos debemos hacer.

Tal vez para el domingo ya sepa por quién votar, tal vez ayude a cambiar algo, tal vez esta fantasía de que algo mejoré se hará realidad.

O tal vez sólo sea una decepción más.

Por: Andrea Sánchez

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