Se nos ha dicho hasta el cansancio que este gobierno no es como los de antes. Que la corrupción se ha eliminado, que se gobierna desde abajo, que las clases más desprotegidas están siendo apoyadas, que se han acabado los privilegios de los funcionarios… y un largo etcétera.

Es un discurso loable por sus intenciones, pero reprobado en los hechos. El que el presidente diga casi todos los días que se acabaron los privilegios de los funcionarios no significa de ninguna manera que estos ya no lo veamos en nuestra vida cotidiana.

La semana pasada ocurrió en nuestras narices. Justo con la aplicación de las nuevas vacunas contra el Covid-19.

El director del Centro México Adolfo López Mateos del Estado de México y dueño de un lujoso sanatorio en Toluca se coló a recibir la vacuna y de paso metió a toda su familia (https://bit.ly/3odEd87).

Pero el agandalle de la vacuna no paró ahí. En Coahuila se vacunó a personal de salud que no está en primera línea de atención ni tiene contacto directo con los enfermos (https://bit.ly/3hEX21v).

Y el colmo vino cuando un oftalmólogo de la Ciudad de México fue vacunado y casi de inmediato se fue de vacaciones a una zona de playa (https://bit.ly/38XE561) como si fuera su gran logro.

Si hace algunas colaboraciones anteriores mencioné que no se avizoraba ningún plan ni estrategia en la aplicación de las vacunas, la realidad está superando (una vez más) el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador.

IMPROVISACIÓN EN LAS VACUNAS

Desde un principio, tanto el presidente como su controvertido subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell (captado ahora en Oaxaca disfrutando de la playa y sin cubrebocas contradiciendo su recomendación de quedarse en casa), dijeron que los primeros estados en recibir las vacunas serían la Ciudad de México y el norteño estado de Coahuila (https://bit.ly/3ndtF7p).

El 24 de diciembre (un día después de recibir las primeras dosis) la Secretaría de Salud Federal informó que el primer día de vacunas fueron para la Ciudad de México, el Estado de México… y Querétaro (https://bit.ly/3odGv6T). Entonces ¿qué pasó? ¿Quién mintió? ¿Por qué cambiaron los planes?

Aunque pocos medios se atrevieron a cuestionar estos cambios de último momento en el calendario de aplicación de la vacuna, en los hechos se volvió a demostrar que el propio Gobierno Federal y su Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) estarían careciendo de una logística para vacunar a mexicanos en todo el país.

Todavía más ilustrativo fue que apenas este domingo 3 por la noche la Secretaría de Salud federal dio a conocer los pasos que debe seguir el personal de Salud para recibir la vacuna, es decir, casi un mes después de que anunció que emprendería la campaña (https://bit.ly/3pJ227Y).

¿Quién nos garantiza que no habrá más agandalles con la vacuna como ocurrió en el Estado de México o en Coahuila? ¿Guanajuato está inmune a esta práctica?

Un total de 23 estados del país cedieron sus sistemas de salud al Insabi, pero en los hechos es evidente que ninguno ha logrado una campaña de vacunación coordinada y efectiva, como ocurre con el repunte de casos de sarampión y la escasez de medicamentos contra el cáncer.

Bien podríamos empezar con una supervisión ciudadana en la aplicación de las vacunas, pero a los mexicanos no nos gusta que nos lo ordenen líderes políticos, principalmente si viene de aquellos que dividen y estigmatizan a los mexicanos en “conservadores” y “adversarios” y esto es lo que vemos diario desde el “púlpito de las mañaneras”.

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