¿Alguien se acuerda de los candidatos perdedores del último proceso electoral para su alcaldía, Congreso local o gobernador? ¿Recuerdan alguna propuesta que valiera la pena para mejorar el entorno del municipio o de su estado? ¿Aportaron algo bueno para la vida democrática?

Si bien las respuestas las podrían tener los mismos ex aspirantes a un cargo, la realidad es que la ciudadanía se queda generalmente con pocos o nulos recuerdos de ellos o de ellas. Y esto es lo que seguramente volverá a ocurrir a partir del 7 de junio próximo, un día después del llamado proceso electoral “más grande e importante de la historia”.

Atrás habrán quedado 23 mil 973 millones de pesos de recursos públicos gastados para disputar 20 mil 415 cargos públicos, incluidos 500 diputados federales y 19 mil 915 cargos locales (desde gobernadores, diputados locales y alcaldes con síndicos y regidores).

Solo en Guanajuato, según cifras del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) se destinaron a los partidos políticos contendientes 213 millones 273 mil 122 pesos.

¿Habrá valido la pena este costoso proceso electoral para tener un país mejor en beneficio de la ciudadanía? Solo el tiempo podrá responder a esta pregunta justo en un contexto en el que la oposición al partido gobernante llamó a hacer un contrapeso a un gobierno autocrático, dependiente de una sola persona.

Pero donde sí debe haber una respuesta contundente es a la pregunta de si valió la pena tener hasta 11 candidatos para un solo cargo de elección, debido a la inclusión de tres partidos que buscan su registro. Todo fue un descarado derroche de recursos que ni elevó el nivel de debate ni aportó nada a la discusión pública del país que queremos tener.

En muchos estados del país tener “debates” hasta con 11 candidatos tuvo el resultado esperado: ahuyentar a los televidentes o usuarios de redes sociales que debían soportar al menos dos horas de palabrería con lucimiento o deslucimiento personal.

PARTIDOS DEL MONTÓN Y SIN CAUSA

Seamos claros: este país no puede tener 11 “posturas u ofertas políticas” diferentes para hacerlo más democrático. ¿O alguien identificó qué causa abanderó Redes Sociales Progresistas? ¿O cuál es la de Fuerza por México? ¿O la del Partido (supuestamente) Verde? Quiérase o no, el discurso presidencial de “conservadores” contra “nosotros” (Morena), ha cerrado, efectivamente, las opciones políticas de este país.

Y aunque Andrés Manuel López Obrador se ha presentado como un representante de la izquierda, el presidente ha resultado ser uno de los más conservadores de la historia. La muestra son sus posturas en temas como el aborto, derechos LGBT, religión, movimiento feminista, por mencionar algunos. Al menos en Latinoamérica, la historia ha demostrado que los presidentes de izquierda abanderan como primera causa la democratización de los sindicatos para defender a los trabajadores, pendiente del cual ni siquiera se atreve a mencionar el Ejecutivo mexicano.

Lo que nuestro país necesita son partidos políticos fuertes -no más de cuatro- que verdaderamente defiendan una u otra causa, no remedos de izquierda o de derecha. Hoy lo que vemos es un revoltijo de ocurrencias y supuestas ideologías, como las del partido en el poder, que recurre a ellas solo para atacar al pasado.

Con menos partidos, se podrá despertar más el interés ciudadano. Un proceso electoral con candidatos que defiendan causas definidas, claras y viables no solo cada tres años, sino por siempre, hará que la ciudadanía los ubique plenamente antes, hoy y después.

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