Esta semana se cumplirán dos meses de la publicación de la investigación periodística llamada “Pandora Papers” en la cual se puso al descubierto cómo políticos, empresarios y artistas mexicanos han ocultado sus riquezas en paraísos fiscales a fin de evadir el pago de impuestos. Y en nuestro país nadie ha movido -literal- ni un solo dedo para dar seguimiento a las denuncias hechas por periodistas profesionales, esos que tanto incomodan al presidente Andrés Manuel López Obrador, a los integrantes de su gobierno y a sus partidarios.

La Fiscalía General de la República (FGR) y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), entonces encabezada por Santiago Nieto, anunciaron que darían seguimiento puntual a las denuncias e imputar a los probables delincuentes. No más.

Y a esto hay que agregar el nuevo e impecable trabajo de investigación periodística publicado por el portal de Aristegui, la revista Proceso y la organización periodística Connectas en el que se exhibe -con documentos y testimonios- el abierto conflicto de interés en el que se encuentra uno de los hijos de presidente y cómo aprovecha el programa “Sembrando Vida” a su favor.

Fue el 5 de octubre cuando salió “Pandora Papers”, el cual se basó en 11.9 millones de documentos confidenciales y de proveedores de servicios en paraísos fiscales. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés) obtuvo los documentos y los compartió con 150 organizaciones periodísticas de todo el mundo repartidos entre más de 600 periodistas de investigación.

Justo al día siguiente en que se hizo pública la investigación, López Obrador respondió en su mañanera -fiel a su estilo- con generalidades, pidiendo que “se investigue” y recordando que “Raúl Salinas robaba más” desde los años 90.

EN MÉXICO NADA

Desde esa fecha han surgido escándalos en varios países por Pandora Papers, como en Chile donde el presidente Sebastián Piñera enfrenta juicio político, pero en México… no ha pasado nada. Y seguramente tampoco ocurrirá algo con la investigación “Sembrando Vida y la Fábrica de Chocolates”. Tan lamentable como frustrante es que estos trabajos periodísticos sean descalificados desde el púlpito de las mañaneras con frases ofensivas y ridículas como “hicieron una publicación mentirosa”, “buscan mancharnos”. El profesionalismo de los periodistas investigadores mexicanos queda en entredicho justo -y se ha repetido aquí en varias ocasiones- cuando mejor hacen su trabajo.

En un texto escrito en octubre, la mexicana Peniley Ramírez, participante en el #PandoraPapers, reveló todo el esfuerzo y dedicación que significó hacer este trabajo colaborativo mundial.

“(…) Esa es una de las joyas del periodismo colaborativo. Una trabaja con la responsabilidad de lo que investiga, sabiendo que los colegas lo usarán también para sus historias. Algunos de los brillantes periodistas que participaron desde México en Pandora Papers pasaron muchas semanas ayudando a otros fuera del país, cuyas historias en algún punto conectaban con nuestros hallazgos.

“Con esta segunda indagatoria (la primera fue #PanamáPapers) hicimos reportes de investigación, que sirvieron de insumo a 600 periodistas en el mundo para conocer nuestros principales hallazgos y consultar los documentos más relevantes en cada caso.

“Terminamos esta parte a unos meses de publicar. Luego vino el reporteo. Buscamos datos públicos, hicimos solicitudes de información, entrevistas, peticiones al Registro Público y visitamos los lugares que habíamos descubierto en los documentos.

“La última parte incluía confrontar a los implicados con los hallazgos. Este también es un trabajo colaborativo. No se ve en las historias, porque todos compartimos firmas, pero también nos dividíamos para elaborar cuestionarios, conseguir teléfonos, correos, procesar respuestas. Detrás estaba el trabajo de los jefes de nuestros equipos, los editores de texto y video, los periodistas en datos y visualizaciones, los fotógrafos y camarógrafos…”.

No se vale descalificar así estos esfuerzos. Solo el tiempo dirá qué tan valiosos fueron estos trabajos periodísticos de calidad. Pero eso sí, la historia ha mostrado que no se quedan en el cesto de basura.

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