La disminución alarmante del embalse de Valle de Bravo, en el Estado de México, ha sacudido la tranquila serenidad de ese destino turístico, que alguna vez fue el refugio de la élite adinerada de la Ciudad de México, señala un reportaje de la agencia AP.

Los números son desalentadores: esta semana, el embalse se encuentra apenas a 29.3 por ciento de su capacidad, en marcado contraste con 52 por ciento registrado durante el mismo período del año anterior.

Mientras tanto, las preocupaciones por el futuro del lago se suman a una serie de problemas que van desde la sequía hasta la ilegalidad, señala AP.

MÚLTIPLES PROBLEMAS

Las causas de este deterioro son múltiples y complejas. La escasez de lluvias, la transferencia de agua hacia la capital del país, la planificación deficiente y la proliferación de construcciones no autorizadas de presas privadas y cisternas son solo algunas de las razones detrás de la crisis que enfrenta el embalse.

Vecinos y residentes han señalado con dedo acusador a la Ciudad de México por su aparente negligencia en la reparación de tuberías defectuosas que desperdician agua, así como a nuevos residentes adinerados que han construido infraestructuras sin autorización, contribuyendo así al colapso ambiental del área.

VIOLENCIA E IMPUNIDAD PRESENTES

Sin embargo, el problema va más allá de la mera gestión del agua. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha sido objeto de críticas por su inacción, mientras que los residentes se encuentran atrapados en una situación en la que la violencia y la impunidad son moneda corriente.

Las manifestaciones y protestas han sido la única forma de expresar la creciente frustración y desesperación de la comunidad local.

Los impactos económicos y sociales de esta crisis son evidentes.

Operadores turísticos, como Moisés Jaramillo, han visto cómo su sustento se desvanece ante sus ojos, mientras que los residentes enfrentan la perspectiva de una disminución en el valor de sus propiedades y un deterioro en la calidad de vida.

La esperanza de que las lluvias estacionales alivien la situación es escasa, ya que el descenso en el nivel del agua se ha vuelto crónico y persistente.

PRIMERO, INTERESES COMERCIALES

En última instancia, la historia de Valle de Bravo refleja una realidad más amplia en la que los intereses personales y comerciales a menudo prevalecen sobre la sostenibilidad ambiental y el bienestar comunitario.

Mientras tanto, las autoridades responsables parecen estar atrapadas en un ciclo de inacción y burocracia, incapaces de abordar las verdaderas causas subyacentes de la crisis. A menos que se tomen medidas urgentes y significativas, el futuro del embalse de Valle de Bravo parece cada vez más incierto.

(Fotos: Tomadas de AP y El Sol de Toluca)

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