En la última semana quedó en evidencia cómo en dos temas esenciales para la población hay una patética desintonía entre Guanajuato y el Gobierno federal: en la salud y en la protección del ambiente.

Por supuesto que no es la primera vez que esto queda evidencia, pero hoy, justo cuando se enfrenta la peor crisis de salud de las últimas décadas llama la atención que hasta en eso la Federación no pueda enviar el mensaje correcto a Guanajuato y a otras entidades del país.

El viernes pasado, durante la conferencia vespertina, las autoridades de Salud de Guanajuato anunciaron que la entidad se mantendrá una semana más en Semáforo Amarillo en alerta -hasta el 2 de mayo-, debido a que los casos activos de Covid-19 seguían siendo elevados.

Horas después, la Secretaría de Salud federal anunciaba que nuestro estado pasaba al Semáforo Verde -también hasta el 2 de mayo- sumándose a otros cinco en todo el país.

El mensaje, obviamente desconcertante para las autoridades de Salud de Guanajuato, refleja no solo la falta de comunicación, sino la opacidad de criterios desde el Gobierno federal para decidir el color del semáforo de alerta.

DOS VISIONES CON EL AMBIENTE

La misma semana pasada, dos mensajes contrastantes dejaron ver hasta dónde llegan los compromisos por un ambiente más limpio. Guanajuato mostró la puesta en operación de las turbinas eólicas de la firma española Iberdrola en el Parque Eólico Santiago, en el municipio de San Felipe.

Este parque es el segundo más grande la firma ibérica en México y tiene una capacidad anual de generación eléctrica capaz de dotar de luz a 50 mil viviendas. Iberdrola es una de las empresas que más críticas y condenas ha recibido de parte del presidente Andrés Manuel López Obrador acusándola de corrupta y que afecta “las finanzas del país” .

El mismo viernes por la tarde, el presidente López Obrador hizo una visita sorpresa -y discreta con el argumento de la veda electoral- a la refinería de Salamanca, Guanajuato, como parte de una gira de trabajo que también lo llevó a las plantas de Cadereyta, Ciudad Madero y Tula para revisar los trabajos de mantenimiento en todas estas instalaciones de Pemex.

A lo largo de las últimas semanas, las autoridades ambientales de Guanajuato han documentado -con monitores- los elevados índices de contaminación emanados desde la hidroeléctrica de Salamanca por el uso del combustóleo. De hecho, la entidad presentó una denuncia sin precedente contra Pemex y la CFE por delitos ambientales y en contra de la salud.

Con estos antecedentes, las preguntas obligadas son ¿hacemos eventos con más de 100 personas con el riesgo de que las autoridades de Salud de Guanajuato apliquen sanciones o los suspendan? ¿Las escuelas públicas o privadas de Guanajuato abrirán sus aulas para las clases presenciales, sin importar la convocatoria que acaba de lanzar el gobierno estatal para que los planteles interesados en abrir apliquen una solicitud, sean revisados y luego puedan regresar?

Es decir, ¿ya no cuenta la convocatoria estatal? ¿Qué les decimos a aquellos que están a la espera de abrir sus negocios con mayor aforo? ¿Ya podremos abrir los estadios de León, Celaya e Irapuato con los máximos aforos permitidos en el Verde?

O bien ¿debe Guanajuato cerrar el parque de Iberdrola y hacer un nuevo contrato solo porque es “abusiva” y así lo sugiere el presidente? ¿Es mejor quedarnos con la energía contaminante que genera la CFE en detrimento de la salud de los habitantes guanajuatenses?

Aunque las respuestas serían obvias, la realidad sigue rebasando a un presidente que no se arredra a los fracasos, sino que, por el contrario, estos lo llevan a redoblar su impulso hacia el poder total, como bien lo describió Gabriel Zaid.

¿Tendrá algún freno el presidente? No, porque su voluntad solo es la que importa.

Compartir