Luego de que Twitter y Facebook tomaron la decisión de bloquear las cuentas del entonces presidente estadounidense Donald Trump a principios de este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró que su gobierno es “respetuoso de la libertad de expresión” y que se debe evitar la censura en las redes sociales.

“No debe haber censura. Prohibido prohibir. Lo único es que se garantice la libertad. Eso sí es importante. Cero censura”, respondió el 9 de febrero a la pregunta acerca de una propuesta de ley que cocinaba su partido Morena en el Senado y que, en resumen, solicitaba regular los contenidos en redes sociales.

Pero a estas alturas, parece que al presidente ya no le importa reiterar ese compromiso, principalmente ahora que se ha dado cuenta de que la realidad rebasa por mucho su discurso repetitivo de todos los días. Primero fue la inútil y despilfarradora consulta popular, luego la sacudida al interior del Tribunal Electoral, la no convocatoria del Legislativo a modificar la ley para hacer su revocación de mandato y finalmente un nuevo frente contra el ex candidato presidencial Ricardo Anaya que apunta a ser largo y desgastante. El tabasqueño tiene centrada su atención en cómo reparar sus reveses, en “identificar” quienes están supuestamente detrás de ellos y ahora en tratar de deslindarse de la acusación contra Anaya.

UNA CONTRADICCIÓN GRAVE

Pero en este inter, el presidente acaba de dejar pasar un hecho gravísimo y que ha sentado un precedente para la libertad de expresión. En su mal llamado espacio de las mañaneras “quién es quién en las mentiras”, la “vocera del vocero”, Elizabeth García Vilchis, una “comunicadora” sin mayor conocimiento en periodismo de investigación ni en verificación de datos, exhibió el pasado día 18 un tuit escrito a manera personal de Pascal Beltrán del Río, director editorial de Excélsior y conductor del programa radial matutino de Imagen.

Según esta encargada de “desmentir las mentiras diarias de la prensa”, el post de Beltrán del Río en el que resume la receta de la 4T “para ser feliz” (“leer por adoctrinamiento”; “comer solo frijoles”; “poseer un solo par de zapatos”; y “no aspirar a nada”) representa una mentira y razón suficiente para ser exhibido como exagerado. “Que no exagere, solo queremos transformar México”, dijo.

Entonces, ¿no se vale opinar ahora a título personal sobre este gobierno? Vilchis, sobre quien los verdaderos periodistas han investigado su perfil profesional que incluye divulgar su remuneración mensual de más de 80 mil pesos por el cargo, evidencia que no tiene la menor idea entre lo que significa libertad de expresión y la postura de un medio de comunicación que, según ella, sería la del grupo Imagen. Pascal escribió a título personal su definición de la 4T. Así de simple.

Pero como ocurre con todo el gabinete y colabores sumisos, Vilchis acomoda su trabajo a lo que dice el presidente rindiéndole pleitesía y colmándolo de palabras zalameras en las mañaneras sin medir las consecuencias de un ataque de este tipo hacia una persona preparada y, sobre todo, informada. “Rellenar” el espacio mañanero para seguir atacando a la prensa y ahora las opiniones personales de los comunicadores presagia -como nunca- un totalitarismo inimaginable apenas hace dos años y medio. Y el presidente y su séquito siguen por la libre.

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