El presidente Andrés Manuel López Obrador metió ahora su grilla a la política internacional. Poco acostumbrado a hablar ante un foro mundial -lo hizo en septiembre pasado en la Asamblea General de la ONU donde habló más de la rifa del no avión-, el fin de semana aprovechó la inauguración de la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en el Castillo de Chapultepec para demandar una nueva Organización de Estados Americanos (OEA) que no sea “lacayo de nadie” y dé origen a una organización continental tipo Unión Europea.

Si bien la propuesta presidencial puede tener solidez dejando de lado la grilla que acostumbra, anticiparía desde ahora que todo quedará en palabras huecas, en un mensaje romántico de los años 70 y 80’s, aún cuando el canciller Marcelo Ebrard, en otra más de sus lambisconerías, llamara al discurso “de dimensión histórica”.

Si lo que propone es que México desplace a Estados Unidos como figura central en el continente, defendiendo la soberanía de los pueblos, los derechos humanos, el medio ambiente y la convivencia entre las naciones, bien haría en reflexionar en varios puntos, empezando por el financiero.

¿Creerá que México tendrá recursos -dinero público- suficientes para ser el principal contribuidor de fondos del nuevo organismo y ser la “voz cantante”? Veamos. De acuerdo con el reporte 2021, la OEA ejerció un presupuesto de 84 millones 968 mil 407 dólares, que se deriva de las aportaciones de los estados miembros. Estados Unidos contribuyó con 48 millones 55 mil dólares, que representan en 56.3 por ciento del total. México aportó 5.9 millones de dólares que representa 6.96 por ciento del fondo total. ¿Aceptaríamos que este gobierno “de la austeridad” y de la “cuarta transformación” asuma la aportación estadounidense para llevar “mano” en el continente?

Otro dato, para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Estados Unidos aportó para este 2021 un total de 3 millones 231 mil dólares (20.2 por ciento del total), mientras que México aportó solo 200 mil dólares (1.3 por ciento) .

SOMETERSE A TRIBUNALES EXTERNOS

¿Seguimos? Crear un organismo similar a la Unión Europea significa que México debe apegarse a las resoluciones supracionales en derechos humanos, acatar los fallos de tribunales superiores, vigilar la asignación de presupuestos y monitorear todo lo que tenga que ver con el bienestar de los pueblos americanos, solo por mencionar algunos. ¿Podemos imaginar a este gobierno acatando recomendaciones sobre las violaciones a los derechos humanos que a diario se comenten contra refugiados centroamericanos en la frontera sur? ¿O que someta a juicio a los encargados del manejo de la política de Salud para atender la pandemia o la distribución de medicamentos contra el cáncer?

¿De veras habrá medido el presidente lo que significa encabezar un organismo continental? Dirigir mensajes estridentes, con un alto impacto mediático, no quitan dinero, ni sueño. Pero cuando vemos a un presidente cerrado al exterior, que solo ha hecho un viaje al extranjero -hace más de un año con Donald Trump- y que simula defender los derechos humanos sin voltear a ver las injusticias en nuestras fronteras sur y norte, es difícil que lo veamos como un estadista llamado a formar un bloque que responda realmente a los intereses americanos.

Señor presidente: para hablar de política internacional necesita conocer bien el continente, recorrerlo, recoger experiencias y tomar lo bueno y malo de ellos. Pero como opta más bien por escuchar lo que le conviene, mejor trabaje por resolver nuestros problemas internos.

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