Al ser niño, uno constantemente anhela por crecer para “ser grande”, y no es para menos, pues en esa etapa nos encontramos preparándonos para una etapa futura, y en ese proceso jugamos distintos roles, y ponemos a prueba todo aquello que nos gusta. Por ello, los niños suelen decir a sus padres todo aquello a lo que se quieren dedicar o hacer a futuro, atribuyendo todo a una peculiar frase, “cuando sea grande quiero ser…”. Sin embargo, con el paso del tiempo, parece reforzarse esa idea, aunque es posible que esta se distorsione o desaparezca.Entonces “cuando somos grandes”, nos damos cuenta de que mucho de lo que solíamos decir de niños, y de aquello en lo que solíamos estar seguros, en ocasiones no es posible, y comienza a ser distante en la etapa adulta, pues tras el paso de los años, nuestra percepción sobre lo que queremos va cambiando, pero también, vas madurando, y en esa etapa antepones las necesidades y responsabilidades sobre aquel pensar de lo que “queríamos ser de grandes”.Actualmente, ante el difícil año que ha sido el 2020,y que está a nada de concluir, surgió en muchas personas su inspiración, y la melancolía de aquello que querían “ser de grandes”, prestando a la imaginación todos aquellas ideas, sueños y profesiones que surgían a la pregunta, “¿qué quieres ser de grande?”. Entre las respuestas podemos encontrar una diversidad de opciones como astronauta, pintor, escritor, dibujante, músico, cantante, reportero, maestra, maestro, presidente, policía, bombero, cineasta o actor (inserte aquella profesión u oficio a la que se quería dedicar de niño).Posiblemente la gran moreleja, entre el temor a morir, y no volver a ver a un ser querido, está en el “no dejar para mañana” a todo aquello que queremos hacer, y tal vez reflexionar sobre aquella frase que los padres señalan a sus hijos, haciendo hincapié a que no es necesario esperar a “ser grande”, o esperar a “tener algo” para comenzar un gran sueño.Por Andrea Gómez. CompartirNavegación de entradas¿“Y qué dirán” si no vivieron “felices para siempre”? ¿Alguna vez imaginamos que un abrazo sería tan peligroso, pero tan necesario?